jueves, abril 12, 2007
Fundamentos de fe
Las heridas salvíficas de Jesucristo
"La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (carta de San Pablo a los Romanos 5, 8).
Para los que no son cristianos, puede parecer extraño que el punto central de todos los Evangelios es la angustia, pasión y muerte de Jesucristo. ¿Cómo es posible llamar a estos eventos terribles "La Buena Noticia"?
En el Antiguo Testamento, el profeta Isaías anuncia que Dios salvará y sanará a la humanidad entera por un Siervo Sufriente totalmente bueno e inocente que llevó "en su cuerpo… sobre el leño" (Isaías 53, 12) los pecados de todo el mundo, para así cancelar y vencer el poder del mal.
Los cristianos ven el cumplimiento de esta profecía todavía más que el gran profeta. Creemos que es Dios mismo que se hizo ese Siervo y ese Salvador. En Jesucristo y su Pasión, el amor infinito y abrumador de Dios para el mundo entero y por cada uno de nosotros en particular se encarna perfectamente en el corazón y el cuerpo de Jesús.
Las pruebas vivas de este acto salvífico de Dios son las Cinco Llagas de Cristo: las cuatro llagas de los clavos en los manos y pies, y el agujero profundo dejado por la lanza en su costado (Juan 19, 33-36).
Después de la Resurrección, Jesucristo todavía llevaba las heridas de su Pasión. Para Santo Tomás el Apóstol, que en un primer instante dudaba, la vida cambia por completo al tener un encuentro con las heridas actuales de Cristo cuando el Señor Resucitado le dice: "Trae tu mano y métela en mi costado" (Juan 20, 24-29).
San Pedro narra cómo las llagas de Cristo son testimonio de salvación y un medio para que nos convirtamos al amor de entrega de Jesús: "Él llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la santidad; con sus heridas habéis sido curados"
(1 Pedro 2, 24).
La oración de contemplación y "descanso" en las llagas amorosas de Jesús nos ayuda a acercarnos a Cristo y a comprender más a fondo el precio del amor de Dios y nuestra necesidad
de este amor y misericordia.
Las "cinco llagas" se tratan con frecuencia en las obras de los santos místicos, como los Santos Ambrosio, Catalina de Siena y Bernardo. Los Santos Estigmáticos como el Padre Pío, Catalina de
Ricci y Francisco de Asís compartan las llagas de Cristo mística y físicamente en sus propios
cuerpos.
(extraido del boletín mensual ePEREGRINACION, en camino a la próxima Jornada Mundial de la Juventud, Sydney 2008 )
http://www.wyd2008.org/
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