jueves, julio 31, 2008

 

El consejo de Cristo a Marta


El consejo de Cristo a Marta

Fuente: Catholic.net
Autor: P. Juan J. Ferrán




Encontramos a esta figura en S. Lucas 10, 38-42.

Yendo Jesús de camino, pasó por un pueblo. Parece que Jesús siempre va de paso, pero siempre va por algo, siempre nos enseña algo. En ese pueblo una mujer llamada Marta lo acoge en su casa. Mientras ella trajina para atender lo mejor posible a aquel huésped tan ilustre, una hermana suya, llamada María, se coloca a los pies de Cristo para escucharle. Marta se impacienta y le reclama a Cristo la tranquilidad de su hermana. Cristo aprovecha aquella situación para decirle a Marta con enorme cariño que en la vida realmente sólo hay una cosa importante y que María ha elegido lo mejor. La confianza que trasmite esta escena indica que la amistad de Cristo con aquellas hermanas era total. El Señor debió pasar muchos momentos con aquellos hermanos. Después nos contará el Evangelio que realizará con Lázaro uno de los milagros más grandes de los que realizó. En esta escena podemos descubrir cómo la vida humana tiene un sentido y cuál es realmente ese sentido.


¿Cuál es el sentido de la vida humana? Es ésta una pregunta que todos nos hacemos cuando vemos que no podemos lograr todo lo que queremos, cuando vemos que muere una persona en el inicio mismo de su vida, cuando contemplamos el sufrimiento de tantos seres humanos por culpa del egoísmo de los hombres, cuando vemos la desesperación de tantas personas ante el sufrimiento propio o de un ser querido. Y la realidad es que no podemos aceptar que todo se reduzca a nacer, vivir si es que se puede llamar vivir a muchas vidas, para terminar en la nada. El ser humano debe tener un fin más allá de las cosas que hace o que ve.

Marta representa para nosotros una forma de vivir. "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola". Impresiona el cariño de Jesús por aquella mujer que se desvivía por atenderle y procurarle bienestar. El hecho de repetir dos veces su nombre es señal de cariño, de ternura y de reconocimiento a su labor. Pero Jesús quiere prevenirla contra un gran escollo de la vida: el vivir sin más, el irse tragando los días sin ver en el horizonte, el hacer muchas cosas, pero no preocuparse de lo más importante.


Marta es el símbolo de una humanidad que ha dado prioridad al hacer o al tener sobre el ser, a la eficacia sobre lo importante, a la inmanencia sobre la trascendencia. Marta somos cada uno de nosotros cuando en el día al día decimos: "No tengo tiempo para rezar". "No tengo tiempo para formarme". "No tengo tiempo para pensar". "No tengo tiempo para Dios". Basta asomarse a la calle y a las casas para ver cuánto se hace, cómo se corre, cómo se vive. Pareciera que estamos construyendo la ciudad terrena o que hubiera que terminar cada día algo que mañana hay que volver a empezar.

El consejo de Cristo a Marta, santa después al fin y al cabo, está lleno de afecto, de afecto del bueno. La invita a tomarse la vida de otra forma, a respirar, a vivir serenamente, a preocuparse más de las cosas del espíritu. Ahí va a encontrar la paz y la tranquilidad. Le enseña a construir el presente mirando a la eternidad, pues así aprenderá el verdadero valor de las cosas. Sin duda, Marta aprendió aquella lección y, sin dejar de ser la mujer activa y dinámica que era, en adelante su corazón se aficionó más a lo verdaderamente importante. Marta, por medio de Cristo, había comprendido que la vida tiene un sentido, que el fin del hombre está por encima de las cosas cotidianas.




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Cinco llaves para entrar en la Eucaristía



Cinco llaves para entrar en la Eucaristía

Fuente: Servicio católico de Evangelización Pan y Vida
Autor: J.Leoz



SILENCIO


El silencio es un poder. Sin él es muy difícil escuchar. Nuestras eucaristías son deficitarias en silencio. Parece como si nos violentásemos por el simple hecho de estar unos segundos sin decir nada.

El silencio es el ruido de la oración.

El silencio, después de la homilía, es interpelación.

El silencio, después de la comunión, es gratitud al Dios por tanto que nos ha dado.

En el silencio se llena todo de nuestras intenciones personales, peticiones o deseos.

La música o el canto, los símbolos y otras cosas secundarias, nunca pueden ser una especie de tapagujeros que hagan más "digerible" la eucaristía. El silencio no es ausencia de…., es cultivar un lugar para que Dios nazca.


CONTEMPLACIÓN

La Eucaristía se hace más sabrosa cuando se la contempla. En el horizonte inmenso todo parece igual, pero cuando los ojos quedan fijos en él, surgen detalles que a simple vista parecían no existir.

Con la Eucaristía ocurre lo mismo. Es un paisaje que puede parecer todos los días igual. Sentarse, relajarse, olvidarse de lo que rodea lleva al alma contemplativa, a la persona contemplativa a vivir una serie de sensaciones que es la presencia escondida de Dios.

Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile que me ayude". Le respondió el Señor: "Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada". (Lucas 10, 38-42).


ORACIÓN

La oración y la eucaristía van de la mano como la cerradura se acciona con la llave. La eucaristía. El diálogo con Jesús se hace más fecundo después de haber escuchado la Palabra de Dios. Para que la Eucaristía resulte vibrante, no es cuestión de recurrir a la ayuda puntual del ritmo maraquero o guitarrero. En el diálogo de las personas está el crecimiento personal y comunitario. En la oración reside uno de los potenciales más grandes para entender, comprender y vivir intensamente la Eucaristía.

"Cuando oréis, no seáis como los hipócritas que son amigos de rezar de pie en las sinagogas y en las esquinas, para exhibirse ante la gente. Ya han cobrado su paga, os lo aseguro. Tú, en cambio, cuando quieras rezar, echa la llave y rézale a tu Padre que está ahí en lo escondido; Tu Padre que ve lo escondido te recompensará" (Mt. 6, 5-6).


CARIDAD

La fuente de la caridad perfecta es la Eucaristía. La fuente de la caridad que nunca se agota ni se cansa es la Eucaristía. En ella contrastamos nuestros personales egoísmos con las grandes carencias que existen en el mundo que nos rodea. Cada día que pasa es una oportunidad que Dios nos da para ofrecer algo o parte de la riqueza material o personal que podemos tener cada uno de nosotros.

Hay dos dimensiones que nunca podemos olvidar al celebrar la eucaristía: la caridad hacia Dios y la caridad hacia los hermanos. Amar a Dios con todo el corazón y con toda nuestra alma es subirse al trampolín, para saltar y amar, aunque se nos haga duro y a veces imposible, a los más próximos a nosotros. Y, esos próximos, ¡qué lejos los tenemos muchas veces del corazón y qué cerca físicamente!

Hoy, de todas maneras, está más de moda mirar horizontalmente al hombre que verticalmente acordarnos de que Dios existe.

«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, cercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» El dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».


ESCUCHA

Cuando Dios habla no nos da simple información: se nos revela. Su Palabra es un escáner por el que vamos conociendo el corazón de Dios, sus sentimientos, sus pensamientos y, también, lo qué tiene pensado para cada uno de nosotros. Lo qué quiere de cada uno de nosotros.

El Antiguo Testamento nos prepara a la venida de Cristo. Las epístolas y otras lecturas nos ofrecen las reflexiones de San Pablo y de otros contemporáneos sobre Jesucristo, su vida y su mensaje. El Evangelio nos da la clave de cada encuentro eucarístico. Es el punto culminante de toda la Liturgia de la Palabra. Es en este momento, cuando puestos de pie rendimos homenaje presente en la Palabra.

Le reclamaba una vez por la noche al Señor:
¿Por qué Señor no me escuchas?, si cada noche te hablo...
- ¿Por qué Señor no me atiendes?, cuando en cada momento te pido...
- ¿Por qué Señor no te veo?, si oro constantemente...
- En esta noche Señor hablo y hablo contigo, mas no siento tu presencia, ¿por qué Señor no me tomas en cuenta?


A lo que Dios contestó:
- Cada noche escucho tu clamor, cada noche trato de atender, cada noche trato de hacerme ver delante de ti, y quisiera cumplir tus deseos. Pero me hablas y pides muchas cosas, las cuales escucho con atención, sin embargo, en cuanto terminas de agradecer y de pedir lo que necesitas, terminas tu oración, sin darme oportunidad de hablar


Una conversación es un diálogo entre dos, muchas veces hablamos con Dios pero no nos damos un tiempo para escuchar su voz. ¿Alguna vez has tratado de hablar con alguien que no te deja decir ni una sola palabra? Pues bien, Dios quiere hacernos escuchar su voz y para eso necesita que le des la oportunidad de hacerlo, y solo entonces, al escuchar su voz y guardar silencio por un momento, tu oración será completa, y Dios cumplirá su promesa de darte todo aquello que pidas con fe.

Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.







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miércoles, julio 30, 2008

 

Empieza la segunda misión. Por las tierras de Galacia

9. Empieza la segunda misión. Por las tierras de Galacia

Fuente: Catholic.net
Autor: Pedro García Misionero Claretiano
Había pasado el Concilio apostólico de Jerusalén. Pablo y Bernabé se hallaban de nuevo en Antioquía. Felices, como podemos suponer, con tanto cristiano venido del paganismo, y sin el acoso ya de los judaizantes que les exigían la circuncisión y la observancia de la Ley de Moisés.
Así todo un año casi, hasta la primavera o tal vez el otoño del 49.

Pablo no aguantaba más la presión de su celo, de modo que un día soltó impetuoso:

-Oye, Bernabé, ¿por qué no emprendemos otro viaje hacia el Asia Menor, ya que la otra vez nos quedamos sólo por las ciudades del centro?

El bueno de Bernabé, humilde y condescendiente, acepta, aunque sabe que queda en un segundo plano, pues Pablo se ha convertido en el jefe indiscutible.

Por más que se suscitó un incidente doloroso, cuando Pablo no admitió en su compañía a Marcos, sobrino de Bernabé, por no considerarlo todavía maduro.

-¡No, Marcos no viene con nosotros! Sé lo mucho que te debo, Bernabé. Pero esta vez no cedo. Sin ti, yo no hubiera entrado en la comunidad de Jerusalén cuando todos me tenían miedo. Viniste a buscarme en Tarso y a ti te debe también todo la Iglesia de Antioquía. Pero Marcos no viene ahora con nosotros. Nos abandonó la primera vez cuando vio las montañas del Tauro, y ahora nos hará lo mismo.

Pablo y Bernabé se separaros amistosamente, porque ambos tenían un corazón muy grande.
Pablo recordará siempre agradecido a Bernabé, y tendrá en Roma a Marcos, el futuro evangelista y secretario de Pedro, como un valioso y querido ayudante.

Pablo escogió entonces por compañero a Silas, un colaborador magnífico.
Y los hermanos, como habían hecho la vez anterior, despidieron con emoción a los dos emprendedores mensajeros del Evangelio:

-¡Vayan! Aquí nos quedamos nosotros encomendándoles continuamente a la gracia de Dios y a la fuerza del Señor Jesús (Hch 15,40-41; 16,1-10)

El viaje va a estar lleno de alegrías y de incertidumbres, pues el Espíritu Santo no tiene los mismos planes que Pablo y le va a cortar los pasos más de una vez.

Empieza Pablo recorriendo unas iglesias bien conocidas, las más cercanas a Antioquía y las de Cilicia, como la de sus paisanos de Tarso. Para todas tiene palabras de aliento, pues "recorrió Siria y Cilicia consolidando las iglesias":

-¡Animo! Ya ven cómo el Espíritu del Señor Jesús estuvo con ustedes en la reunión de los apóstoles de Jerusalén. Y ustedes, hermanos judíos, siéntanse felices con la libertad que les da el Señor.

Para internarse en el Asia Menor escoge Pablo ahora el camino más directo, pero mucho más duro que el del viaje anterior.
Les esperan quebradas angostas de muy pocos metros entre paredes montañosas de hasta cien metros de altura; ríos que habían de vadear; soledades peligrosas, pobladas de fieras y siempre al acecho de bandoleros; sin una cueva donde pasar la noche, sino bajo la enramada de un árbol o en una hendidura de alguna roca; y sin más comida que las pequeñas provisiones que podían llevar consigo. Ocho o más días de un viajar heroico.

Grandes fatigas en esta expedición misionera, pero también grandes satisfacciones al encontrarse con cristianos fervorosos en las comunidades evangelizadas en el primer viaje. Como en Listra, donde fue Pablo lapidado hasta quedar medio muerto, y donde ahora se encuentra con el que sería su discípulo más querido: Timoteo, el mayor regalo que Dios le guardaba.

Pablo se dirige a Loida, abuela judía, y a Eunice, madre viuda del muchacho:

-¿Dejarían a su hijo y nieto Timoteo venirse con nosotros?...

Las dos, excelentes cristianas, responden generosas:

-¡Llévatelo, y que sea un gran colaborador tuyo en la obra del Señor!

Hecha la visita a las comunidades del viaje anterior, Pablo quiso evangelizar primero en las ciudades costeras como Éfeso y después en Bitinia, casi junto al Mar Negro, pero venía impedimento tras impedimento, de modo que los Hechos dicen por dos veces:

"El Espíritu Santo les impidió predicar en Asia…, no se lo permitió el Espíritu de Jesús".

En estas idas y vueltas, Pablo, Silas y Timoteo se ven en la región de Galacia, y una circunstancia inesperada les da la oportunidad de predicar el Evangelio a sus gentes.

¿Cuál fue esta circunstancia inesperada?

Una enfermedad repentina y grave de Pablo.

Y aquí se encuentran con las gentes más simpáticas, descendientes de las tribus celtas que atravesaron la Galia, la Francia actual, y vinieron hasta estas tierras a las que dieron su nombre de Galacia. Gentes simpáticas, decimos, porque como reconocía el mismo Julio César, eran "ansiosos de saber, curiosos, despiertos".

Además, son muy generosos, como lo demuestran con Pablo, que caía gravemente enfermo. Lo curaban, lo cuidaban, lo mimaban de tal modo, que años después les escribirá Pablo:

"Saben bien que una enfermedad corporal me dio ocasión para evangelizarles por primera vez; y no obstante la prueba que suponía para ustedes mi cuerpo, no me mostraron desprecio ni repugnancia, sino que me recibieron como a un mensajero de Dios, como al mismo Cristo Jesús".

En estas palabras adivinamos todo lo que ocurrió (Ga 4,12-14)

Una pura casualidad, aunque muy providencial, detuvo a los misioneros en Galacia. Mientras Pablo está gravemente enfermo, pero tan cariñosamente cuidado por los habitantes del lugar, Silas y Timoteo evangelizan. Y Pablo, apenas restablecido lo suficiente, hace igual. Entre los tres, consiguen que el nombre de Jesús llene la región entera. No fue larga la estancia en Galacia, pero los frutos fueron muy grandes.

Ahora, ¿hacia dónde dirigirse?... ¡Al puerto de Tróade, cara al Mediterráneo! A ver qué querrá aquí el Espíritu del Señor Jesús.

Lo van a saber pronto. En Tróade, a sólo veinte kilómetros de la legendaria Troya, se encuentra Pablo con un médico antioqueno, bueno de verdad, que ya había abrazado la fe.

Lucas no sólo termina de curar a Pablo, sino que además le habla de lo que el competente médico ya conoce:

-Pablo, ¿no sabes nada de Macedonia? La tenemos muy cerca. Es la parte superior de Grecia. Mira a sus habitantes, que corren tanto por aquí. Gente magnífica, podrías hacer mucho en su tierra. Piénsalo.

Pablo quería desplegarse por las ciudades costeras del Asia Menor. Pero el Espíritu Santo no hacía más que poner estorbos.
Y ahora viene este Lucas a clavarle la espina aguda de una grave inquietud:

-¿Por qué no pasas el mar?...

Pronto veremos cómo va a parar todo tan felizmente…




  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Pedro García Cmf



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    ¡Ser discípulos!




    ¿ómo reconcoer si el libro que leo, el grupo que visito, las actividades espirituales a las que me invitan, son católicas? He aqui algunas reglas basicas y obligatorias que todos los Catolicos deberian conocer. Todo grupo, personas, libros, escritos, actividades que fomenten estas reglas básicas, son Católicas. Y por supuesto quien las vive es un Buen Católico.


    • Promueven la asistencia a Misa cada semana.
    Es un pecado mortal deliberadamente no ir a Misa el Domingo o el Sabado de Vigilia.


    • Motivan la asistencia a Misa en los Dias Santos de obligacion.
    Estamos obligados a ir en ciertos Dias de Fiesta. El boletin semanal de su Iglesia a y un buen calendario Catolico enumera estos dias de obligacion.

    • Promueven la confesión frecuente o por lo menos una vez al año si esta en pecado mortal.
    Un pecado mortal es un pecado en contra de cualesquiera de los Diez Mandamientos. El Catecismo tiene referencias especificas acerca de pecados mortales y veniales.


    • Te llevan a creer y reconocer
    con todo su corazon La Presencia Verdadera, Cuerpo, Sangre, Alma, y Divinidad, de Nuestro Senor JesuCristo en la Sagrada Eucaristia.

    • Te recuerdan que No se recibe la Santa Comunion si sabe que se encuentra en pecado mortal en su alma.
    Esto constituyeria un pecado mortal peor aun que se llama Sacrilegio. Examinacion de Conciencia se sugiere cada dia y especialmente antes de la Confesion.

    • Enseñana a: "obedecer a sus dirigentes y esten sumisos, pues ellos se desvelan por sus almas, de las cuales deberan rendir cuenta. Ojala esto sea para ellos motivo de alegria y no un peso, pues no les traera a ustedes ventaja de ninguna clase". Hebreos 13:17 Adultos obedezcan a sus dirigentes en el trabajo, a la autoridad, y a la ley. Por supuesto, todos estos estan subjetos a la ley de Dios y alli es donde nuestra primer alianza tiene que estar.

    • Obedecen las enseñansas de nuestro Padre Bendito el Papa, y del Magisterio.


    • Tenemos que respetar la vida en todos los sentidos.
    El aborto es la muerte de las criaturas indefensas de Dios, un inocente niño en el vientre de su mama. La vida comienza desde la concepcion. Los que creen en el aborto esconden lo que en realidad es "Muerte Legalizada", usando la terminologia, "Derecho de Escoger". No es un "derecho de escoger" si debe de matar al niño que aun no nace o no. El niño no es de ella. Pertenece a DIOS. No es parte de su cuerpo. Como podria serlo si el niño fuera un varon y ella una mujer? Es una persona aparte con sus propios sistemas humanos y hasta podria tener un tipo de sangre diferente a la mamá.

    Asi pues,nuestro Creador ha creado a cada persona unicamente,funcionando independientemente y con el potencial de ser un miembro humilde del mundo o ser una gran persona. En nuestro hermoso pais, tenemos el poder de votar para que haiga gran gente en posiciones de liderazgo. Un buen Catolico, hace su voto inteligentemente y para una persona que es Pro-Vida y Pro-DIOS. El hecho de votar con la corriente de popularidad que encumbre la arrogancia, el agrandeciemiento propio, y el orgullo de aquellos que estan a favor del "derecho de escoger" es votar por todos aquellos que estan a favor de la cultura de la muerte. Esto esta estrictamente prohibido y va en contra de las enseñanzas de las Iglesia Catolica que es la enseñanza de Cristo! Un voto for el Derecho de Vida es decirle Si a Dios. Recuerde, Maria, Nuestra Madre Amantisima dijo "Si" a Dios. Haga que su voto cuente por la Vida!


    • No practican ni promueven la Contracepcion,
    al menos que sea por Planeacion Natural Familiar, como nos enseña la Iglesia. El Papa Paulo VI escribio una Enciclica en 1968 en la que enumero las consequencias funesta si la contracepcion continuara. Se llama Humanae Vitae. Asegurese de leer el parrafo #17, ya que predijo exactamente lo que pasaria y esta sucediendo hoy, unos 30 años despues. Contracepcion es la mentalidad drogada que lleva al aborto y mas.

    • Recuerdan que los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos el bien del mal a una temprana edad,
    y de asegurarse que tengan una educacion Catolica adecuada. Enseñeles sus obligaciones dominicales, sus oraciones, que DIOS los ama, etc., en cuanto ellos tengan uso de razon. No es la responsabilidad de la Iglesia hacer esto, ya que la responsabilidad principal pertenece a los padres.

    Por el ejemplo de los padres, ellos aprenderan.Nuestros niños cuando no estan bien preparados y no tienen modelos positivos que emular, entran al mundo como presas faciles de muchas religiones falsas y los cultos que esperan capturarlos. En su ignorancia de la verdad, son seducidos por la falsedad y sucumben a sus enseñanzas. Ponga a sus niños en un buen programa educativo religioso. Hagale preguntas a los maestros, laicos y religiosos. Busque un programa que este fuerte para la enseñanza.


    • Fomentan una devocion amorosa por Nuestra Madre Amantisima de DIOS.

    •invitana a Rezar el Rosario todos los dias.

    • Piden que Ores todos los dias. Diga el Acto de Contricion cada noche.

    • Motivana a Apoyar a la Iglesia economicamente. Cada persona debera de saber que es lo que puede contribuir.


    Y si tu deseo es ser un buen lider Catolico te recomiendo el exelente libro de; "Lideres Cristianos".

    Dios te siga bendiciendo en abundancia.
    no poseen la plenitud de los medios de salvación.



    Yo creo, Señor; en Ti
    que eres la Verdad Suprema.
    Creo en todo lo que me has revelado.
    Creo en todas las verdades
    que cree y espera mi Santa Madre
    la Iglesia Católica y Apostólica.
    Fe en la que nací por tu gracia,
    fe en la que quiero vivir y luchar
    fe en la que quiero morir.

    Preguntas y comentarios al autor de este artículo

    Artículo cortesia de www.defiendetufe.org y librería MISION 2000

  • Sugerencias, comentarios, propuestas, envíalas a Mtra. Mayra Novelo, anfitrión de la comunidad.



  • Use video conversation to talk face-to-face with Windows Live Messenger. Get started.

    martes, julio 29, 2008

     

    Charla de Padrinos - Prejornadas - Jor 64 de Varones

    Hola a todos!

             La Jor 64 de Varones ya está muy cerca! Por esa razón, solo quedan 1 charla de Padrinos y 2 prejornadas:

                      La última CHarla de Padrinos será el miercoles 30 de Julio a las 20:30 .
                      Las últimas Prejornadas son: el Viernes 01/08 y el Sábado 02/08(prejornada extraordinaria)  a las 20 30.
                       Todas son en la Casa de la Biblia (calle 54 999 esq 15)

            Recordamos también :
            * que seguimos COMPLETANDO EL CUADERNO DE ROSARIOS, durante las charlas de Padrinos y Prejornadas. Todos aquellos que quieran anotarse, pueden hacerlo en estos momentos, o pueden, por que no, enviar a este mail,la hora en que estarían rezando para que los anotemos,
             *necesitamos PALANCAS! Les pedimos que las acerquen, o bien a las charlas de Padrinos y Prejornadas, o también el día de la Entrega de Cartas (VIernes 8/8 de 18 a 21)
             *siguen vigentes pedidos de DONACIONES! Acercarlas a la casa de la Biblia o comunicarse con Florencia Ferraris (4577583)

       HOY MARTES 29 de JULIO a las 20 horas, la Comisión DE JOR y PorJor, se reúne para seguir trabajando en lo necesario para la Jornada. Los interesados, invitados a ir a la la casa de la "Chela".
    ***************************************************************************************************
     
                 RECORDAMOS QUE el JUEVES 7 de AGOSTO a partir de 17 30 es la APERTURA DE LA JORNADA!   Estamos pidiendo como una pequeña colaboración, los que puedan, lleven TARTAS.

    *****************************************************************************************************

     Por último pero no menos importante, confiando en la UNIDAD DEL CUERPO MÏSTICO manifestada en el innegable poder de la ORACIÖN, pedimos sumen a sus intenciones:

    Carolina Ladd, amiga de una jornadista, que tuvo un accidente en estos día sy se encuentra muy grave.
    Agustin Sandoval, un chiquito de 7 años con tumor cerebral
    Bernadita Sartor, mamá de un jornadista, que se encuentra comenzando un tratamiento quimioterapéutico.



    MUCHAS GRACIAS por su atención, pór sus oraciones y por ser parte de este Hermoso Movimiento.

                                                        Hasta cada Eucaristía
                                                        DE COLORES
                                                                                             Secretariado MJVCLP
                                                                   
                         
           



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    sábado, julio 26, 2008

     

    Madre mía, que quien me mire, te vea

    Madre mía, que quien me mire, te vea

    Fuente: Catholic.net
    Autor: P. Fernando Pascual

    María-Teresa, en plena adolescencia, entra a formar parte de la Congregación mariana del Instituto donde realiza sus estudios. Recibe una medalla de la Virgen. Detrás de ella puede escribir una frase, escogida libremente. Después de reflexionar un poco, formula esta breve oración: "Madre mía, que quien me mire, te vea".

    María-Teresa González-Quevedo había nacido en Madrid el 12 de abril de 1930. Su familia vive en la capital de España, y ofrece a la hija y a sus otros dos hijos una buena educación cristiana.

    María-Teresa (para muchos, simplemente Teresita) desarrolla una personalidad inquieta, entusiasta y atrevida. Le gusta el tenis y otros deportes. Es alegre, llena de amor por la vida y menos amor por los libros. Cuando tiene 10 años, escribe, con poca ortografía pero con mucha ilusión, esta frase: "[H]E decidido ser santa".

    Su vida empieza a madurar. Hace unos ejercicios espirituales que marcan el rumbo de sus decisiones, sin que pierda nada de su alegría y entusiasmo de siempre. Ingresa a la Congregación mariana y escribe la frase que es el título de este artículo. Un día de mayo, sale de su corazón una súplica especial: "¡Madre mía, dame vocación religiosa!" Luego se asusta de lo que acaba de pedir. A una amiga le confiesa: "¡Mira que si la Virgen me la da de verdad!..."

    Dios le susurra que la quiere para Él. Cuando Teresita vuelve a hablar de la vocación con una amiga, ésta le dice: yo quiero viajar y divertirme mientras sea joven, y ya cuando sea anciana entraré en un Convento para asegurarme el cielo. Teresita responde con decisión: "¡Qué tacaña y egoísta! ¡Como que te crees que Jesús te va a admitir ya achacosa, cuando hayas ofrecido lo mejor de tu vida al mundo! Jesús tiene mejor gusto, y quiere como ofrenda la juventud con sus alegrías y sus ilusiones".

    En 1947 Teresita tiene 17 años, y una belleza física muy particular. Los chicos se sienten atraídos por ella, pero notan algo especial que les obliga a respetarla, a tratarla como a alguien que viaja por horizontes más lejanos. Ella lleva en su corazón un propósito firme: seré religiosa. Sueña en las misiones, sueña en China. Su alma añora otros mundos, desea llevar a Cristo a rincones donde no conocen al Maestro.

    Habla con su director espiritual, habla con una tía suya, religiosa, para pedir consejo. Reza. Hay que dar la noticia en casa. ¿Cómo decir a papá que tiene vocación? Decide dar la noticia el 7 de enero de 1948. Su padre quiere poner a prueba a su hija: quiere saber si es consciente de lo que dice, si ve que es compatible su carácter alegre con los sacrificios que tendrá que practicar.

    Teresita está decidida y dispuesta a aceptarlo todo con tal de decir que sí a Dios. Incluso propone la fecha en la que quiere entrar al Noviciado de las Carmelitas de la Caridad: el 23 de febrero de ese mismo año 1948.

    La familia y los amigos muestran su sorpresa. Una chica tan guapa... Hay quien no comprende, hay quien apoya, hay quien calla. Sus padres dan el permiso y dejan vía libre a la acción de Dios. Su hija les ha pedido algo bueno, y no quieren ser ellos un obstáculo para un camino de entrega.

    Llega el 23 de febrero. El día anterior había sido claro, sereno. Teresita hubiese querido entrar al Noviciado con el regalo de la nieve, pero parece un sueño imposible. Por la noche, sin embargo, la nieve empieza a caer. Teresa llega a las puertas de su nueva familia mientras la ciudad de Madrid se viste de gala y los petirrojos pueden saltar sobre la capa blanca de la nieve...

    Empieza su vida de postulante y novicia. Muchas amigas van a verla, se sienten cautivadas por su alegría, por sus certezas. Descubren que el darse a Dios no es sinónimo de tristeza o de fracaso. Entrevén que quien es generoso con la vocación también puede ser profundamente feliz.

    ¿Qué quiere Dios de Teresita? Ella desea alcanzar la meta de la santidad de la mano de la Virgen. Escucha y espera. Dios, en mayo de 1949, empieza a revelar sus planes: una extraña fiebre da la alarma, indica que algo no va bien. Después de los análisis, se descubre que la novicia sufre una pleuresía aguda.

    En su diario escribe: "Durante la Comunión tenía tantas ganas de entregarme completamente a Jesús para demostrarle cuánto quería amarlo, que me ofrecí como víctima para que hiciera de mí lo que quisiera". Siente una llamada profunda a confiar, a ponerse en manos de Dios. Dirá a alguna compañera: "Para ser santa el primer paso es la confianza, y después abandonarse en manos de la Virgen, para que Dios haga lo que quiera..."

    Prevé que morirá antes de la fecha en la que se declare el dogma de la Asunción de la Virgen. En enero de 1950, Teresita sufre un fuerte dolor de cabeza. Llaman a su padre, que era médico, y diagnostica meningitis tuberculosa: no hay nada que hacer... El mismo Sr. González-Quevedo quiere hacer entender a su hija que está muy mal, que quizá su vida termine muy pronto. Con sorpresa de todos, la novicia reacciona con una especial alegría: sabe que pronto será recibida en el cielo por una Madre que la quiere mucho...

    La Maestra de novicias ve a Teresita demasiado segura de ir al cielo. Un día le pregunta: "Pero, si tú no has ganado el Cielo, ¿cómo vas a conseguirlo tan pronto?" La novicia responde con naturalidad: "¡¡Claro que no me lo he ganado!! Pero me lo regalan; ya sabes tú lo del Buen Ladrón. Si Jesús y María, a quienes nunca separo, me lo quieren regalar, ellos son muy dueños".

    El Jueves Santo de ese año sufre un brusco empeoramiento. Todo su cuerpo tiembla, pero sigue musitando en los labios algunas invocaciones marianas. Poco a poco se va apagando, pero todavía puede decir con decisión: "¡Jesús, te amo por los que no te aman!... ¡Madre mía! ¡mil veces morir antes que ofenderte!"

    Llega la agonía. Teresita puede repetir algunas oraciones. Al final, da un fuerte grito: "¡Madre mía, ven a recibirme... y llévame contigo al Cielo!" Después, más serena, dice: "Por los que... no te aman..."

    Pocos minutos después, deja esta tierra. Es el 8 de abril del Año Santo de 1950.

    Lo que ha pasado después de su partida no lo sabemos. Teresita brilló un poco en esta tierra. Con su sonrisa, con su generosidad, con su deseo de ser misionera. Dios llega también hoy a muchos corazones a través de testimonios como el suyo. La Virgen, a la que ella tanto quería, nos enseña que es posible amar también en los momentos de dolor, cuando la enfermedad destruye una vida que parecía prometer tanto, y que, en realidad, ha dado tanto en tan poco tiempo...

    (María-Teresa González-Quevedo fue proclamada venerable por Juan Pablo II el 9 de junio de 1983. Hemos tomado la información para este artículo de la siguiente página de internet: http://www.moscati.com/teresita/Esp_Tere1.html).


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    Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín


    Carta a los abuelos de Jesús: Ana y Joaquín

    Fuente: Catholic.net
    Autor: Susana Ratero


    Mis muy queridos Joaquín y Ana:

    Mi nombre es… bueno, no importa… les escribo desde un banco de la parroquia en una inexplicable tarde cálida de julio.
    Me avisó una amiga que el día 26 es su fiesta y, por ello, quise regalarles esta sencilla carta.
    No encuentro palabras para decirles "gracias". Gracias por haber sido tan dulces y ejemplares padres de mi amada María.
    Usted, señora Ana, que habrá compartido con ella tantas tardes luego de intensas jornadas, ha sido una sencilla pero sabia maestra. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que se unieron a las de Ella en un mar de harina, para enseñarle a amasar el pan. Fueron sus manos (¿Las de quién, sino?) las que apretaron fuerte las de Ella cuando el dolor, implacable, les invadía el alma.

    Fue su ejemplo (¿el de quién, sino?) el que ayudó a María a caminar los senderos de la contemplación simple, sencilla, la que está al alcance de cualquier mujer. Fue este santo ejercicio el que permitió a la Madre, años después, meditar en su corazón los misterios de la Salvación.
    Fue usted, buena señora, la que son su ejemplo más que con sus palabras, le enseñó a María que ser mamá es la tarea más hermosa del mundo. Así, Ella, la veía a usted cuidar y ayudar a amigas y parientas cuando los embarazos venían difíciles en los caminos del alma. Y seguro en su casa los pequeñines siempre hallaron una rica sorpresa, increíblemente siempre lista, para sus sorpresivas y revoltosas incursiones.
    Ustedes llevaron a la "llena de gracia" por las escalinatas del Templo tantas veces… Así, Ella fue conociendo que hace muchos años, un profeta llamado Isaías anunciaba que "…La Virgen está embarazada y da a luz un hijo…" y la profecía le inundaba el alma…

    Usted, mi buen Joaquín, fue un hombre honesto y sencillo. ¿Quién, sino, habría sido digno de traer a este mundo a la "llena de gracia"?. María le habrá contemplado, seguramente, tantos días al partir de la casa para "ganar el pan con el sudor de su frente". Y le habrá esperado de regreso y habrá corrido hacia usted con las mejillas sonrosadas y los ojos llenos de palomas blancas para abrazarle al regreso de la larga jornada. Y usted, la tomó en sus brazos y la alzó al cielo… tan ligera como una gacela, tan pura como una mañana.
    "- "Quisiera que el padre de mi hijo se te pareciera" le dijo un día Ella." Y usted casi no veía su rostro pues las lágrimas delataban que la niña le había besado el corazón.
    - "Quisiera que mi hijo, un día, estuviese tan feliz de mí como yo lo estoy de ti, querida madre…" y sus palabras le hicieron sentir, Ana, que la vida es hermosa y los sacrificios y angustias de muchos años al criar los hijos, pueden desaparecer en un instante con frases como esa.
    No quisiera terminar esta sencilla carta sin imaginar, por un momento, cuanto de ustedes llego al corazón de Jesús a través de María: Usted, mi buena Ana, seguro le alcanzó, desde más allá del tiempo, esa ternura por las pequeñas cosas de cada día, la cual, al llegarle desde el corazón de María, se transformaría luego en parábola, en camino…

    Usted, don Joaquín, le dejó al mejor de los nietos la mejor de las herencias: El amor al trabajo. Así, a través de María y envuelto en las palabras y ejemplo del buen José, hallaría en Jesús el mejor de los depositarios.
    Abuelos, abuelos, cuantas veces Jesús habrá dicho estas palabras… " Extrañas a los abuelos ¿Verdad, Madre querida?"… "A veces, Hijo, a veces… Cuando tu te vas a predicar lejos y yo te extraño, muchas veces siento que hubiera querido tener a mis padres cerca"… Y Jesús habrá mirado a María en silencio, sabiendo que había verdades que Ella comprendería más tarde, con la llegada del Espíritu Santo….
    Para terminar les pido un favor. Abracen a todos los abuelos del mundo, en especial a los que se sienten solos. No importa si tienen nietos o no, pues hay una edad del alma en que la palabra "abuelo" se torna en caricia….
    Un gran abrazo a los dos….


    __________________


    NOTA

    Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.


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  • Susana Ratero.









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    El orgullo de ser hijo de Dios



    El orgullo de ser hijo de Dios

    Fuente: Catholic.net
    Autor: Remedios Falaguera



    "No hay, pues, más que una raza: la raza de los hijos de Dios. No hay más que un color: el color de los hijos de Dios. Y no hay más que una lengua: ésa que habla al corazón y a la cabeza, sin ruido de palabras, pero dándonos a conocer a Dios y haciendo que nos amemos los unos a los otros" San Josemaría Escrivá

    Gracias a las pocas y escasas imágenes de la JMJ08 que nos proporcionan los medios de comunicación estos días, una gran mayoría de espectadores, entre los que tengo la suerte de encontrarme, descubrimos la actualidad de aquellas palabras que nos dirigió San Pablo en el capitulo 8 de la carta a los romanos: "Porque los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios".

    Resulta muy interesante , especialmente hoy en día en que la vida cristiana parece una carga difícil de llevar, llena , dicen algunos ,de prohibiciones trasnochadas y normas difíciles de cumplir , ver como nos admiramos ante unos jóvenes que no se cortan un pelo en gritar por todos los confines de la tierra : "¡Abbá,Padre!".

    Es más, como ya pasó en tiempos de nuestro Señor, estos jóvenes que "lo han dejado todo y le han seguido" demuestran con su vida alegre y descomplicada lo que es, ni más ni menos, el fundamento de la vida cristiana: Dios es nuestro Padre, y, como el mejor de los padres, nos ha "regalado" lo más preciado que tiene: A Su Hijo, como modelo de vida, nacido de María, Madre de Dios y Madre nuestra.

    De hecho, es el orgullo de ser hijo de Dios el sello que llevamos impreso en el corazón y que nuestros jóvenes lo muestran sin rarezas pero con descarada libertad por las calles y plazas de Sidney. Un orgullo alegre, valiente, natural, servicial y generoso propio de una juventud dispuesta a ser, como decían antiguamente nuestras abuelas, digno hijo de su Padre y a no defraudarlo.

    Y ante esto, nosotros, sus mayores, ¿no les parece que otro gallo cantaría en nuestra pequeña granja si, como estos jóvenes, empezáramos a ser un poco más coherentes con nuestra vida y nos propusiéramos vivir como hijos de Dios, hablar como hijos de Dios, divertirnos como hijos de Dios, vestir como hijos de Dios, defender la dignidad humana como hijos de Dios, hacernos oír como hijos de Dios,…" para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre, que esta en los cielos"( Mt 5, 16)?

    Comentarios a la autora: rfalaguera@gmail.com



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    viernes, julio 25, 2008

     

    Santiago el Mayor, al amor por el dolor


    Santiago el Mayor, al amor por el dolor

    Fuente: Catholic.net
    Autor: P. Juan J. Ferrán


    Santiago, hijo de Zebedeo y Salomé (Mc 15,40), hermano del Apóstol Juan, fue uno de los tres discípulos más cercanos a Jesús: testigo de la curación de la suegra de Pedro (Mc 1,29-31), de la resurrección de la hija de Jairo (Mc 5,37-43), de la transfiguración de Cristo (Mc 9,2-8) y de la agonía de Getsemaní (Mt 26,37).

    La vocación de Santiago está relatada de forma precisa: 'Caminando adelante vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y a su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando las redes, y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron' (Mt 4, 21-22). Era de temperamento fuerte, pues enfadado por el rechazo de los pueblos samaritanos a Cristo, le proponen hacer bajar fuego del cielo (Lc 9,54-56). Cristo, ante la petición materna por sus hijos, le anuncia el martirio (Mt 20,21-28).

    Vamos a contemplar en la figura del Apóstol Santiago cómo el amor verdadero se curte en el dolor y el la cruz. Sin duda, la cruz de Cristo es para nosotros el signo más evidente y claro del amor loco de Dios al hombre.

    Amor y dolor constituyen dos términos de una misma realidad. Más aún, no puede existir el uno sin el otro. Un amor que no comportara sufrimiento, renuncia, sacrificio ya de entrada sería sospechoso. Un dolor que no se viviera con amor sería asimismo estéril e inútil. Justamente o el amor abre la puerta al dolor para demostrarse auténtico y el dolor se funde en el amor para vivirse en paz, o todo suena a patraña y a mentira. De hecho, cuando levantamos los ojos a la Cruz de Cristo, es cierto que vemos a un crucificado, pero sobre todo vemos en la Cruz el amor loco de Dios por nosotros. A través del dolor de Cristo comprendemos ese amor personal e infinito que nos tiene. Si en la cruz no hubiera amor, sería simplemente una estupidez. Por eso, como dice S. Pablo, la cruz es Aescándalo para los judíos , necedad para los gentiles; mas para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de Dios y sabiduría de Dios@ (1 Cor 1, 23-24).


    Al hombre de hoy de siempre la Cruz se le presenta como una realidad que inspira temor y rechazo. La sociedad siempre nos está prometiendo una vida fácil, cómoda, agradable, en la medida de lo posible ajena al sacrificio, al esfuerzo, al dolor. Por eso nos resulta tan difícil escoger el camino de Dios, y tan fácil seguir el derrotero del mundo. Sin embargo, la realidad es que nadie puede escapar a la presencia de la cruz y del dolor. Hay mucho tipo de cruces: cruces de todos los tamaños y de todos los colores, cruces más sangrantes y más profundas, cruces más llamativas y más calladas. El destino del hombre sobre la tierra pasa por la cruz en su camino hacia Dios. Si es inútil el querer escapar de su presencia; es todavía más bochornoso el vivir la cruz sin esperanza, sin amor, porque entonces la cruz amarga la vida y produce rebeldía.

    El amor se convierte, por ello, en la única respuesta válida a todos los sacrificios, sufrimientos, luchas y trabajos del hombre. No se puede evitar la cruz en cualquiera de sus formas, pero siempre se puede vivirla con amor para darle sentido. Si esto se entendiera, los seres humanos verían en las dificultades de la vida, cualquiera de ellas, una forma de amor. Los problemas cotidianos de un matrimonio son ocasiones maravillosas para demostrarse un amor genuino y auténtico; los sufrimientos por los hijos se transforman en modos de amor más profundos que el simple cariño; los esfuerzos que exige la fe adquieren para ella el brillo de la autenticidad y de la verdad; el sacrificio en el seguimiento de Dios nos demuestra que Dios es demasiado grande y maravilloso para nosotros. Hay que sospechar generalmente de realidades que no cuestan, de matrimonios que no cuestan, de evangelios que no cuestan, de pertenencias a la Iglesia que no cuestan, de amores que no cuestan.

    El dolor es, pues, la garantía del verdadero amor. Sólo es capaz de sufrir el que ama. Contemplamos así la vida de tantas personas que en el silencio de sus vidas, día a día, es el amor el que las impulsa a ir adelante, a pesar de todo y contra todo. Van adelante en su vida espiritual, aunque les atenace la sequedad; se humillan en el matrimonio esperando mejores momentos para solucionar las crisis; rezan con confianza a Dios cuando los hijos están pasando por momentos especialmente complicados; perseveran en las decisiones buenas, aunque a veces parezca que carecen de fuerza para seguir adelante. Sería extrañísimo e incluso desilusionador el amar sin tener que sufrir. Mas aun, el que ama se complace en el sufrir por aquél a quien ama. Hay santos que del cielo lo único que no les gusta es el no poder sufrir ya.

    El Evangelio a través de dos evangelistas nos refiere de forma parecida, pero con matices diversos, una simpática escena en la que se pide para Santiago y Juan, su hermano, un lugar privilegiado en el Reino de Cristo. En Mt 20,21-28 es la madre de éstos, Salomé, quien eleva esta petición a Cristo. Y en Mc 10, 35-45 son ellos mismos directamente quienes hacen esta petición. Jesús en ambos relatos les dice que no saben lo que están pidiendo y les lanza esa misteriosa pregunta si pueden beber del cáliz que él va a beber. Ellos afirman que sí. Pero Jesús les anuncia que efectivamente van a beber el cáliz, pero respecto al sitio a su derecha e izquierda es para aquellos para quienes esté preparado.

    'Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda' (Mc 10, 37). No hay duda de que es el amor el que impulsa a estos dos hermanos a pedirle a Cristo un privilegio tan extraordinario. Por el carácter apasionado, al menos de Santiago, suena lógico que quisiera estar cerca del Maestro en su gloria. El amor empuja hacia el amado de una forma irresistible. Sin embargo, para Santiago en este momento todavía el amor es un sentimiento, un impulso, una inclinación. Es bello, pero no ha sido probado por el dolor. Aunque posteriormente se enfaden los demás por esta petición tan osada, no hay que quitarle valor a este deseo de los dos hermanos. Y Cristo la comprende. ¿Quién de los Apóstoles no desearía algo tan maravilloso? A Santiago no le bastaba la cercanía; quería la intimidad, la posesión, la totalidad.

    '¿Podéis beber la copa que yo voy a beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?' (Mc 10, 38). Cristo enseguida trata de hacerle comprender con esta dura pregunta que para poder decir que se ama es necesario decirlo con el dolor. Si quiere de veras amarlo a Él, estar cerca de Él, compartir todo con Él, tendrá que beber su cáliz, cáliz que es Getsemaní, cáliz que es la muerte en la Cruz, cáliz que es la renuncia total a sí mismo. De esta forma Cristo toca la verdad más hermosa del amor: no se puede amar, cuando el amor no cuesta, o también el dolor es el modo más genuino y auténtico de amar. Seguramente en la vida es así: hasta que el amor no ha sido purificado por el dolor, no se puede decir que se ama en serio.

    'Sí, podemos' (Mc 10,39). Del corazón decidido y generoso de Santiago salen estas palabras que confirman por un lado que ha entendido lo que el Maestro le ha enseñado acerca del amor a él y por otro que está dispuesto a seguir la suerte del Maestro hasta donde sea necesario, incluida la muerte. Jesús le confirma que efectivamente va a beber la copa que él va a beber y a ser bautizado con ese bautismo de sangre que será su muerte, pero le anuncia que sentarse a su derecha o a su izquierda no puede él concederlo. De alguna manera, todavía Cristo le orienta hacia un amor desprendido. El premio del que ama sólo es amar. Así el amor llega a su plenitud. Si se muere por él, no es para conseguir un lugar privilegiado en su Reino, sino simplemente para poder demostrar el grado de amor que invade su corazón, pues 'no hay mayor amor que dar la vida por los amigos'.

    Para nosotros cristianos se convierte en una prioridad absoluta el aceptar la cruz y el dolor como la expresión más auténtica y genuina de nuestro amor a Dios, de nuestro amor a los demás y de nuestro amor a nosotros mismos. En todos estos campos se sigue realizando aquel camino de 'a la luz por la cruz'. Queremos que nuestro amor a Dios no se quede en meras palabras, deseamos que nuestro amor a los demás no se convierta simplemente en uso de los demás para nuestro egoísmo, pretendemos crecer como personas en el bien auténtico, tenemos que aceptar la cruz, amarla intensamente y vivirla en todas sus exigencias.


    Nos tenemos que convencer de que el amor a Dios no son simplemente palabras, como nos enseña Cristo. El amor a Dios nos tiene que doler, es decir, tiene que vivirse en los momentos más difíciles para nosotros: cuando sentimos la oscuridad en la fe, cuando sentimos la desgana ante las cosas espirituales, cuando nos cuesta especialmente alguna exigencia del Evangelio como el perdón o la humildad, cuando tenemos que renunciar a nosotros mismos para aceptar el misterio de Dios, cuando tenemos que doblegar nuestro racionalismo ante la evidencia de la fe, cuando tenemos que aceptar el hecho de que el perdón de los pecados se confiera a través del sacramento del perdón, cuando en la persona del Vicario de Cristo tenemos que ver a Cristo mismo, cuando en el Magisterio de la Iglesia tenemos que reconocer a Cristo Maestro que nos habla por medio de sus representantes. Cuando me cueste amar a Dios, entonces estaré afirmando que mi amor a él es auténtico. Por el contrario, tenemos que sospechar cuando el amor a Dios nos resulte fácil, cómodo, tranquilo. Entonces no estaremos amando a Dios, sino buscándonos a nosotros mismos.

    Y, ¿qué decir del amor a los demás? La esencia del amor es darse y entregarse, lo cual va en contra necesariamente de esa tendencia tan habitual en el hombre que es el egoísmo. Cada acto de amor es como una renuncia a uno mismo, lo cual se experimenta como dolor, aunque el amor sea capaz de darle un hermoso sentido. Por ello, tenemos que decidirnos a pasar por encima de nuestro egoísmo, aunque nos duela, cuando en casa nos resulte complicado sacrificarnos por los hijos o salir de nuestro mundo para entrar en contacto con el mundo de la mujer, cuando en el mundo profesional sintamos ganas o deseos de complicar la vida a cualquier precio a quienes compiten contra nosotros, cuando en la vida diaria sentimos que otros han pisoteado nuestros sentimientos y nos encontramos dolidos, cuando tenemos que mortificar nuestra lengua o nuestro pensamiento para no caer en el juicio temerario o en la crítica frívola, cuando hay que levantarse de la comodidad para servir y colaborar. Es natural que el amor a los demás esté hecho de renuncias propias, es decir, de gotas de dolor que, en este caso, sólo embellecen la propia vida.

    Y finalmente, el amor verdadero a uno mismo tiene que aliarse con el dolor. Generalmente, porque nos atenaza la comodidad y no queremos sufrir, nos privamos a nosotros mismos de grandes posibilidades. No cultivamos nuestra mente, porque nos cuesta leer y formarnos, no desarrollamos los talentos que Dios ha depositado en nosotros, porque afirmamos que la vida en sí misma es ya muy complicada, no cuidamos muchas veces hasta nuestra misma salud porque no queremos renunciar a nuestros gustos y caprichos. Amarse correctamente a uno mismo es disponerse a luchar y a sufrir con el objetivo de crecer como persona, pasando por encima de criterios de comodidad y de pereza. En cambio, el amor a nosotros mismos, que nos destruye, es ese amor que nos lleva a buscar en cada momento lo fácil, lo barato, lo vulgar, en todo lo cual no hay renuncia, sacrificio, esfuerzo.


    La Cruz de Cristo se ha convertido a lo largo de los siglos en ese monumento, visible desde todas partes, del amor loco de Dios al hombre. Pero sería triste que la Cruz sólo suscitara en nosotros admiración. La Cruz debe inspirar seguimiento. La Cruz con Cristo para nosotros se convierte en camino de salvación y de progreso espiritual. La Cruz nos es necesaria en la vida para poder autentificar el amor a Dios. La Cruz nos es fundamental en la vida para poder demostrar a los demás la sinceridad de nuestro amor. La Cruz nos es clave en la vida para poder salvarnos y ser felices en nuestro peregrinar por la tierra. Dígamosle a Cristo con las palabras de Santiago Apóstol que queremos bebe el cáliz que él va a beber y ser bautizados con el bautismo que él va a ser bautizado.






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    jueves, julio 24, 2008

     

    Eucaristía y soledad


    Eucaristía y soledad

    Fuente: Catholic.net
    Autor: P Antonio Rivero LC



    Solemos pensar que la soledad es una situación humana dolorosa y triste de la que hay que huir a como dé lugar. Sin embargo, el hombre puede convertirla en una situación fecunda para el alma. Así la soledad no se convertirá en un oscuro túnel, sino en una oportunidad bella para el encuentro con Dios.

    Hay varios tipos de soledad.

  • Soledad física, la ausencia total de compañía humana que puede sufrir una persona en determinadas circunstancias, o la ausencia momentánea o definitiva por haber muerto determinada persona que nos resultaba muy querida. ¡Cuántas veces Jesús aquí, en la eucaristía, sufre esta soledad física, cuando nadie lo visita! Pienso en aquellas iglesias cerradas, o en las abiertas, donde apenas entra un vivo.

    Ya Jesús en su vida terrena sufrió esta soledad en Getsemaní y en el Calvario. María también experimentó esta soledad física al perder a su Hijo en el templo, y después en la Cruz.

    ¡No dejemos solo a Jesús en la eucaristía! Que siempre tengamos la delicadeza con Él de visitarlo durante el día. Él sufre y experimenta esta soledad y yo puedo hacerle más llevadero ese sentimiento humano. Podemos llenar esta soledad de Cristo con nuestra compañía íntima.

  • Existe también la soledad psicológica, que consiste en sentir o percibir que las personas que nos rodean no están de acuerdo con nosotros o no nos acompañan con su espíritu. ¡Cuántas veces Jesús aquí, en la eucaristía, sufre también esta soledad! Percibe que alguno de nosotros no está de acuerdo con su mensaje, hace lo contrario de lo que Él enseña, en su Evangelio. O están sí, pero fríos, inactivos, inconscientes, distraídos, dispersos. Por lo mismo están en otra cosa.

    Ya en su vida terrena Jesús sufrió esta terrible soledad psicológica. ¡Cuántos de los que lo acompañaban no estaban de acuerdo con Él y discutían: fariseos, saduceos, jefes. O incluso sus mismos apóstoles no lo acompañaban en todo. Tenían otros anhelos y ambiciones muy distintas a los de Jesús.

    María también experimentó esta soledad psicológica, sobre todo en la pasión y muerte de su Hijo. Se daba cuenta de que la mayoría no había captado como Ella la necesidad de la muerte de Jesús. ¿Dónde están los curados? ¿Dónde están los frutos de la predicación de mi Hijo? ¡Ni siquiera los Apóstoles captaron el sentido de la misión de su Hijo! Hagamos más suave esta soledad de Jesús teniendo en nuestro corazón esos mismos sentimientos.

    Está también la soledad espiritual, que es la que experimenta el alma frente a las propias responsabilidades en las relaciones con Dios. Es la soledad que uno siente frente a Dios; es la soledad de quien sabe que sólo él y nadie más que él debe responder un "sí" o un "no" libres ante Dios.

    Aquí en la eucaristía Jesús sufre también esta soledad. Solo Él sabe que debe quedarse aquí para siempre. Debe afrontar solo Él todos los agravios, sacrilegios, profanaciones. Él sabe y sólo Él, quien debe estar vigilante las veinticuatro horas del día, los treinta días del mes, los doce meses del año. ¡Él tiene que responder!, nadie puede sustituirlo. Independientemente que le hagamos caso o no. En su vida terrena Jesús experimentó esta soledad espiritual. Hasta parecía que su mismo Padre lo dejó solo. Y María misma sufrió esta soledad.

    Aunque es verdad que a veces la situación de soledad puede dar la impresión de tristeza o sufrimiento, tengamos la seguridad de que dicha soledad está llena de Dios, si la unimos a la soledad de Cristo.


    ¿Cómo deberíamos vivir esta soledad?

  • Con amor y confianza. Dios es nuestra compañía segura; con serenidad. No tiene que ser soledad angustiosa, turbada, sino serena.
  • Debemos vivir la soledad también con reflexión. Es un momento para reflexionar más, rezar más. Nos capacitaría para después salir con más riqueza y repartirla a los demás.

    Oración

    Jesucristo Eucaristía, no queremos dejarte solo aquí en el Sagrario. Queremos hacer de tu Sagrario, nuestro lugar de recreación, de gozo profundo, de compañía íntima. Queremos llenar tu soledad con la música deliciosa y serena de nuestro corazón.

    ¡Qué pobres serían nuestras vidas sin tu compañía!




  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Antonio Rivero LC.







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    35 mensajes del Papa en Sidney


    35 mensajes del Papa en Sidney

    Fuente: www.opusdei.es/
    Autor: Opus Dei

    "Profetas de una nueva época", ha llamado Benedicto XVI a los jóvenes en Australia. Para quienes han estado y para quienes no, resumimos en 35 ideas breves algunas intervenciones del Santo Padre.


    1. "Como fuente de nuestra vida nueva en Dios, el Espíritu Santo también es, de un modo muy real, el alma de la Iglesia, el amor que nos une al Señor y entre nosotros, y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas de la gracia de Dios en todos nosotros". MC

    2. "Tenemos que permitir que el amor de Dios penetre en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestra aridez espiritual, de nuestro conformismo ciego con el espíritu de nuestro tiempo. Solo entonces podemos permitirle que encienda nuestra imaginación y plasme nuestros deseos más profundos. Por eso, la oración es tan importante: la oración cotidiana privada en la tranquilidad de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia". MC

    3. "Jóvenes: ¿qué dejaréis a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis viviendo vuestras vidas, dejando espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, o incluso rechazarlo en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la "fuerza" que el Espíritu Santo está dispuesto a difundir ahora sobre vosotros?". MC

    4. "Una nueva generación de cristianos está llamada a contribuir a la construcción de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada con atención, no rechazada o temida como una amenaza y por tanto, destruida. Una nueva época en la que el amor no sea ávido o egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los demás, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie alegría y belleza. Una nueva era en la que la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y del egoísmo que dañan nuestras almas y envenenan las relaciones humanas". MC

    5. "Queridos jóvenes amigos, el Señor os está pidiendo que seáis profetas de esta nueva época, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente al Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad". MC

    6. "El mundo necesita una renovación. En muchas sociedades, junto a la prosperidad material, se está extendiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un sentido escondido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros coetáneos han construido cisternas rotas y vacías en una búsqueda desesperada de sentido, del sentido último que solo puede dar el amor? ¡También la Iglesia necesita esta renovación! Tiene necesidad de vuestra fe, de vuestro idealismo y de vuestra generosidad para poder ser siempre joven en el Espíritu". MC

    7. "¡No tengáis miedo de decir que "sí" a Jesús, de hallar vuestra alegría en hacer su voluntad, donándoos completamente para llegar a la santidad y usando vuestros talentos al servicio de los demás!". MC

    8. "Hay más alegría en dar que en recibir. No dudéis jamás de la verdad de las promesas de nuestro Señor, según las cuales cada vez que ofrecemos nuestra creatividad, nuestros recursos, nuestras personas, recibimos después todo con abundancia". MC

    9. "La colaboración armoniosa entre religión y vida pública es muy importante en una época en la que algunos han llegado a pensar que la religión es causa de división más que una fuerza de unidad. En un mundo amenazado por formas de violencia siniestras e indiscriminadas, la voz unánime de los que tienen un espíritu religioso estimula a las naciones y a las comunidades a resolver los conflictos con instrumentos pacíficos, respetando plenamente la dignidad humana". EI

    10. "El sentido religioso nos guía al encuentro de las necesidades de los demás y a buscar vías concretas para contribuir al bien común. Las religiones juegan un papel particular en este contexto, en cuanto que enseñan a la gente que el auténtico servicio exige sacrificio y autodisciplina, que a su vez se deben cultivar por medio de la abnegación, la templanza y el uso moderado de los bienes naturales". EI

    11. "La religión, al recordarnos las limitaciones y la debilidad del ser humano, nos impulsa a no poner nuestras esperanzas últimas en este mundo que pasa". EI

    12. "La verdadera fuente de la libertad se encuentra en la persona de Jesús de Nazaret. Los cristianos creen que El nos revela plenamente las potencialidades humanas para la virtud y el bien; El nos libera del pecado y de las tinieblas". EI

    13. "Pensaréis que en el mundo de hoy es improbable que la gente adore otros dioses. Pero a veces lo hacen sin darse cuenta. Los falsos 'dioses' están casi siempre ligados a la adoración de tres realidades: los bienes materiales, el amor posesivo y el poder". ND

    14. "Los bienes materiales, de por sí, son buenos. No sobreviviríamos sin dinero, ropa y casas. Pero si nos negamos a compartir lo que tenemos con los hambrientos y los pobres, transformamos esos bienes en una falsa deidad. ¡Cuántas voces en nuestra sociedad materialista nos dicen que la felicidad consiste en acaparar el mayor número posible de bienes y objetos de lujo! Pero así los bienes se transforman en deidades falsas. En vez de dar la vida, son portadores de muerte". ND

    15. "El amor auténtico es ciertamente bueno. Cuando amamos somos plenamente humanos. Pero a menudo se cree amar cuando en realidad se tiende a poseer o a manipular a la otra persona. A veces los demás son tratados como objetos para satisfacer las propias necesidades. ¡Qué fácil es ser engañado por las tantas voces que en nuestra sociedad sostienen un enfoque permisivo de la sexualidad sin prestar atención a la modestia, al respeto propio y a los valores morales que confieren calidad a las relaciones humanas!". ND

    16. "En todos los Evangelios Jesús ama especialmente a los que se han equivocado porque, cuando se daban cuenta de su error, se abrían más que los otros a su mensaje de salvación. Los que deseaban reconstruir su vida eran los más dispuestos a escuchar a Jesús y a ser sus discípulos. Podéis seguir sus huellas; también vosotros podéis crecer especialmente cerca de Jesús precisamente porque habéis decidido volver a Él". ND

    17. "Podemos caer en la tentación de reducir la vida de fe a una cuestión de mero sentimiento, debilitando así su poder de inspirar una visión coherente del mundo y un diálogo riguroso con las otras muchas visiones que compiten en la conquista de las mentes y los corazones de nuestros contemporáneos". CSM

    18. "Caminad cada día a la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y litúrgica, alimentados por la meditación de la palabra inspirada por Dios. Que la celebración cotidiana de la Eucaristía sea el centro de vuestra vida". CSM

    19. "La castidad por el Reino significa abrazar una vida completamente dedicada al amor, a un amor que os hace capaces de dedicaros sin reservas al servicio de Dios para estar plenamente presentes entre los hermanos y hermanas, especialmente entre los más necesitados". CSM

    20. "La sociedad contemporánea atraviesa por un proceso de fragmentación debido a una forma de pensar que es, por su naturaleza, de corto alcance porque deja de lado el horizonte completo de la verdad, verdad relativa a Dios y a nosotros. Por su misma naturaleza, el relativismo no consigue ver el cuadro entero. Ignora los principios que nos hacen capaces de vivir y crecer en la unidad, en el orden y la armonía". VI

    21. "¡El Espíritu Santo! Su función es ésta: cumplir la obra de Cristo. Enriquecidos con los dones del Espíritu Santo tendréis fuerza para ir más allá de las visiones parciales, de la utopía vacía, de la fugaz precariedad, para ofrecer la coherencia y la certeza del testimonio cristiano'. VI

    22. "El amor tiene una característica particular: su fin es permanecer. Por naturaleza, el amor es duradero. El Espíritu Santo ofrece amor al mundo: amor que disipa la incertidumbre, que supera el miedo del engaño, que lleva en sí la eternidad; el amor verdadero que nos incorpora a la realidad que permanece". VI

    23. "El Espíritu Santo es Dios que se entrega eternamente, como una fuente inagotable, se ofrece siempre. Observando este don incesante, vemos los límites de lo que es perecedero, la locura de una mentalidad consumista. En particular, empezamos a entender porqué la búsqueda de las novedades nos deja insatisfechos y deseosos de algo más. ¿No estamos buscando un don eterno, la Fuente que jamás se agota?". VI

    24. "¡Queridos jóvenes: hemos visto que el Espíritu Santo realiza la maravillosa comunión de los creyentes en Cristo Jesús. Fiel a su naturaleza de dador y al mismo tiempo de don, actúa ahora sirviéndose de vosotros. Haced que el amor unificador sea vuestra medida, el amor duradero vuestro desafío, el amor que se entrega vuestra misión". VI

    25. "Vosotros estáis llamados a vivir los dones del Espíritu entre los altibajos de la vida cotidiana. Haced que vuestra fe madure mediante los sacramentos". VI

    26. "Estar verdaderamente vivos es ser transformados desde el interior, estar abiertos a la fuerza del amor de Dios. Si acogéis la fuerza del Espíritu Santo, también vosotros podréis transformar vuestras familias, las comunidades y las naciones. Liberad estos dones. Que la sabiduría, la inteligencia, la fortaleza, la ciencia y la piedad sean los signos de vuestra grandeza". VI

    27. "¡Que mediante la acción del Espíritu Santo, los jóvenes tengan la valentía de llegar a ser santos! Esto es lo que necesita el mundo, por encima de cualquier otra cosa". A.

    28. "Hay algo siniestro que brota del hecho de que la libertad y la tolerancia se separan muy a menudo de la verdad. Todo ello se alimenta de la idea, ampliamente difundida en nuestra época, de que no hay una verdad absoluta que guíe nuestra vida. El relativismo, dando valor a todo sin discriminación, ha hecho que 'las experiencias' sean lo más importante". A.

    29. "¡La vida no está gobernada por la suerte, no es casual! Vuestra existencia personal ha sido querida y bendecida por Dios y tiene una finalidad. La vida no es una simple sucesión de hechos y experiencias. Es una búsqueda de la verdad, del bien, de la belleza. Con ese fin tomamos nuestras decisiones, ejercemos nuestra libertad y, en esto, en la verdad, en el bien y en la belleza, encontramos la felicidad y la alegría". A.

    30. "No os dejéis engañar por los que ven en vosotros simples consumidores en un mercado de posibilidades indiferenciadas, donde la elección en sí misma se convierte en bien, la novedad se hace pasar por belleza y la experiencia subjetiva suplanta a la verdad". A.

    31. "Cristo ofrece más. Ofrece todo. Sólo él, que es la Verdad, puede ser el Camino y por lo tanto la Vida". A.

    32. "Muchos jóvenes no tienen esperanza. Se quedan perplejos frente a las cuestiones que se les plantean y a menudo se siente inseguros sobre dónde encontrar respuestas. Ven la pobreza y la injusticia y desean hallar soluciones. Se sienten desafiados por los argumentos de quienes niegan la existencia de Dios y se preguntan cómo responder (...). ¿Dónde podemos hallar respuestas? El Espíritu nos orienta hacia el camino que conduce a la vida, al amor y a la verdad. El Espíritu nos orienta hacia Jesucristo. En El encontramos las respuestas que buscamos". MC

    33. "[La Virgen] María tuvo que enfrentarse a muchas dificultades a consecuencia de aquel sí. Simeón profetizó que una espada le atravesaría el corazón. Cuando Jesús tenía doce años pasó los peores momentos que cualquier madre puede experimentar cuando, durante tres días, perdió a su Hijo. Y después de la actividad pública de Jesús, sufrió la agonía de estar presente en su crucifixión y muerte. A través de tantas pruebas, permaneció siempre fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y fue recompensada con la gloria". MC

    34. "Debemos permanecer fieles al sí con que aceptamos la oferta de amistad por parte del Señor. Sabemos que no nos abandonará nunca que nos sostendrá siempre con los dones del Espíritu. María aceptó la 'propuesta' del Señor en nuestro nombre. Dirijámonos a ella y pidámosle que nos guíe en las dificultades para permanecer fieles a la relación vital que Dios entabló con cada uno de nosotros'. MC

    35. "Ha llegado el momento de decirnos adiós, o mejor hasta pronto. La Jornada Mundial de la Juventud 2011 se celebrará en Madrid, en España. Hasta entonces recemos unos por otros y demos al mundo nuestro gozoso testimonio de Cristo". MC



    SIGLAS QUE SEÑALAN LA FUENTE:

    A: Acogida
    EI: Encuentro interreligioso
    ND: Universidad de Notre Dame
    CSM: Misa en la Catedral de Santa María
    VI: Vigilia con los jóvenes
    MC: Misa de Clausura



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  • De Sydney-Australia 2008 a Madrid-España 2011

    Fuente: www.revistaecclesia.info
    Autor: Mons. José Sánchez González. Obispo de Sigüenza-Guadalajara

    Queridos jóvenes, queridos diocesanos:

    Al clausurar la 23ª Jornada Mundial de la Juventud en Sydney, Australia, el Santo Padre Benedicto XVI anunció que la próxima Jornada Mundial de la Juventud se celebrará en Madrid, España, en 2011. La noticia, aunque esperada, fue acogida con alegría, entusiasmo y alborozo.

    El encuentro del Papa con una nutrida representación de los jóvenes católicos de todo el mundo, cuando no se trata de un mero espectáculo, constituye un especial momento de gracia. Es un acto de fe y de comunión, una celebración religiosa y eclesial y de carácter pastoral, un don de Dios, un regalo a la juventud y a la Iglesia, aunque hemos de ser conscientes de que el trabajo con jóvenes es más que una jornada.

    Por todo ello nuestra primera reacción ha de ser de alegría, gozo y gratitud al Santo Padre por haber escogido nuevamente España como sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud, en el año 2011.

    Esta gozosa noticia constituye, al mismo tiempo, para todos nosotros una llamada a la responsabilidad. Desde este mismo momento hemos de empezar a prepararnos para vivir este acontecimiento de gracia. Para ello, lo primero que tenemos que hacer es acoger con gozo y llevar a la vida con resolución las ricas enseñanzas del Papa en la 23ª Jornada Mundial de la Juventud que acaba de terminar en Sydney, Australia.

    Os recuerdo solamente algunos de los puntos que ha tocado el Papa. Todos centrados en la acción del Espíritu Santo, que se nos envía como don, como autor de la unidad y como fuente del amor verdadero. Ha hablado del Bautismo, de la Confirmación, de la Eucaristía… Del papel de Dios en nuestra vida privada y pública y en la creación. Del necesario testimonio de Cristo en un mundo que pretende vivir sin Dios.

    Ha puesto de relieve e invitado al diálogo ecuménico e interreligioso. A valorar la vida humana desde el seno materno, a la solidaridad con los pobres, ancianos y desvalidos, a la lucha contra la violencia doméstica, a una relación responsable con la creación y al cuidado de la naturaleza. A trabajar por la unidad, la justicia y la paz y a luchar contra la tentación de la violencia, de la droga, del alcohol y del sexo egoísta y desordenado.

    Cito solamente un párrafo de la homilía del Papa el pasado domingo en Sydney. 'Queridos jóvenes, permitidme que os haga una pregunta. ¿Qué dejaréis vosotros a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis construyendo algo que durará? ¿Estáis viviendo vuestras vidas de modo que dejéis espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la «fuerza» que el Espíritu Santo está ahora dispuesto a derramar sobre vosotros? ¿Qué herencia dejaréis a los jóvenes que os sucederán? ¿Qué os distinguirá?

    A continuación les invita a acoger el Espíritu que les ayude a hacer surgir una "nueva era", con estas palabras: "Queridos jóvenes amigos, el Señor os está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad".

    Nuestra diócesis, próxima a Madrid, tiene una especial responsabilidad ante la convocatoria de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Hemos de sentirnos llamados a colaborar, a ofrecernos a la acogida de los numerosos peregrinos jóvenes que pasarán por nuestra diócesis y que, tal vez, necesiten alojamiento o parroquias y lugares dispuestos para determinados actos o sencillamente quieran visitarnos.

    Volveremos más veces sobre este importante acontecimiento. Entretanto, considero que el seguimiento de nuestro Plan Pastoral Diocesano 'Para que tengan vida", dedicado, durante el curso que termina, a los jóvenes, en el próximo a la pastoral vocacional, y en el siguiente a los Sacramentos de la Iniciación Cristiana, constituye una excelente forma de prepararnos para una auténtica y fructuosa celebración de la próxima Jornada Mundial de la Juventud en 2011 y para que su fruto permanezca.


    Os saluda y bendice vuestro Obispo



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    miércoles, julio 23, 2008

     

    Los judaizantes a la vista.





    Fuente: Catholic.net
    Autor: Pedro García Misionero Claretiano



    Me atrevo a empezar hoy con una pregunta, más que curiosa, inquietante:

    Cuando oímos o leemos a San Pablo, sobre todo en las grandes cartas a los Gálatas o a los Romanos, ¿no nos enredamos muchas veces con eso de la justificación por la fe, los judaizantes, las obras de la Ley, y otras expresiones parecidas?...

    Sí; nos enredamos. Esta es la verdad.

    Y no entendemos tampoco por qué los judíos hubieron de hacer tanta guerra a Pablo. Lo persiguieron por todas partes. Pero no solamente los judíos que rechazaban a Jesús, sino los judíos convertidos, los cristianos judíos, llamados judaizantes.

    Pablo contaba en una de sus cartas: "Cinco veces recibí de los judíos treinta y nueve azotes; tres veces he sufrido la flagelación con varas; una vez fui apedreado" (2Co 11,24).

    La lluvia de piedras que le dejó medio muerto la recibió de los paganos licaonios, instigados por los judíos que llegaron desde Antioquía de Pisidia e Iconio.

    ¿Por qué fue todo eso? ¿Por qué los judíos perseguían a Pablo?

    Los judíos que no se convertían, no toleraban que el judaísmo se viniera abajo por aquel impostor que había muerto crucificado. Esto se entiende fácilmente.
    La que no se entiende es la persecución de Pablo por parte de "los falsos hermanos" (2Co 11,26), es decir, de los judíos convertidos al cristianismo. ¿Qué ocurría?

    Los judíos pensaban que la salvación venía por la pertenencia al pueblo de Israel, al pueblo judío, al descendiente de Abraham. Tenía como signo la circuncisión, que recibían los varones al octavo día de haber nacido. Además, había que cumplir la Ley de Moisés. Según aquellos judíos, los gentiles o paganos, sin circuncisión y sin Ley, eran todos "gente pecadora" (Tb 13,17), y no se salvaban.

    Así estaban las cosas, cuando aparece Pablo predicando a Jesús, y diciendo:

    Basta para salvarse creer en Jesús, darse completamente a Él, bautizarse y vivir conforme a las enseñanzas de Jesús, guiados por el Espíritu Santo, dentro de la Iglesia dirigida por los apóstoles y los pastores por ellos designados. En todo lo demás, reina la libertad.

    ¿Cuál de las dos partes tenía la razón?
    Habían sucedido dos hechos incuestionables que convenía tener muy presentes.

    Primero, el de Pedro, que bautizó al centurión pagano Cornelio y a todos los suyos sin circuncidarlos, y el Espíritu Santo bajó sobre ellos sin hacer ninguna distinción entre judíos circuncidados y paganos incircuncisos (Hch 10,44-48; 11,17-18)

    Segundo, el de Pablo y Bernabé, que evangelizaron por el Asia Menor. Convirtieron a muchos gentiles, los bautizaron, sin circuncidarlos ni imponerles la Ley, y el Espíritu Santo obraba con ellos los mismos prodigios que entre los judíos de Jerusalén.

    Estos dos hechos deberían hacer callar a los judaizantes, haciéndoles pensar rectamente: No hacen falta alguna ni la circuncisión ni la Ley.

    Pero los judaizantes no tenían en cuenta estos hechos evidentes, estas obras del Espíritu Santo, y exigían todo lo contrario: ¡Hay que circuncidar a esos paganos que se coinvierten y obligarles a guardar la Ley!

    Contra esos judaizantes, el pensamiento de Pablo era muy claro:

    Abraham recibió la promesa del Salvador y la salvación por su fe antes de que se circuncidase. Por lo mismo, la salvación no se debe a la circuncisión sino a la promesa libre de Dios. La circuncisión, entonces, está de más, es inútil (Ro 4,9-12)

    Y lo mismo pasa con la Ley de Moisés. Jesús aceptó la Ley y se sometió a ella, pero al mismo tiempo la hacía desaparecer con la ley de la nueva Alianza, inaugurada con la sangre de su cruz, con la moral perfecta que Él enseñaba, y con la institución de su Iglesia.

    Con toda esta obra de Jesús, desaparecía lo que la antigua Ley tenía de profecía, de provisional. La Ley de Moisés era sombra de lo que tenía que venir, y que sería definitivo.

    San Pablo lo expresó muy bien con aquella comparación:

    La Ley de Moisés era como el pedagogo, como el criado que lleva al niño a la escuela. Una vez el niño se ha hecho mayor, camina por su cuenta, sabe guardarse a sí mismo, y sobra entonces el pedagogo.
    De este modo, la Ley de Moisés llevaba al pueblo judío hasta el Cristo.


    Una vez venido el Cristo, que promulgaba su ley definitiva, sobraba la ley anterior.
    La Ley y la circuncisión quedaban abolidas, y bastaba la fe en Jesús.

    Pero, ¿qué es la fe en Jesús? ¿En qué consiste? ,

    La fe del cristiano no es decir:

    'Yo creo en Jesús, y ya estoy salvado.'

    No basta eso. La fe en Cristo es entregarse a Él; es tomarlo como guía, después de reconocer que es Dios y que es el Salvador.
    Esta fe consiste en darse a Cristo, lo cual exige bautizarse y desarrollar después la fe por la recepción del Espíritu Santo con la Confirmación.

    La fe pide unirse a Cristo por la Eucaristía, que es el Pan de Vida.
    Y exige: también vivir siempre a Cristo con las obras de la fe, es decir, con todo lo que impone la condición de cristianos.

    Según San Pablo, la fe ha de actuar movida por el amor (Ga 5,6); de lo contrario, la fe sin obras no nos salva.

    Hay que entender lo que enseñan los dos apóstoles Pablo y Santiago:

    Pablo dice: Nadie se justifica por las obras, sino por la fe (Ro 3,28. Ga 2,16)
    Y Santiago: La fe sin obras está realmente muerta (St 2,17 y 26)

    Tan palabra de Dios es lo que dice Pablo como lo que dice Santiago, y los dos dicen lo mismo, aunque cada uno bajo su punto de vista propio.

    Por lo mismo, el cristiano no queda sin ley. La Ley antigua, la de Moisés, está abolida, anulada del todo. Pero el cristiano tiene una nueva ley que cumplir: la de Jesús, la del Espíritu. Son necesarias la fe y las obras, y tan necesarias las obras como la fe.

    Agarrar sólo estas palabras de Pablo: Nadie se justifica por las obras, sino por la fe (Ro 3,28. Ga 2,16), negando la necesidad de las obras cristianas, es una blasfemia contra la Biblia.

    San Pablo hablaba de las obras de la Ley antigua, no de la ley de Dios impresa en nuestros corazones, ni de las normas establecidas por el Señor en el Evangelio.

    Sí, amigos; la meditación de hoy ha sido algo especial, ya lo veo, y nos ha hecho discurrir un poco.

    Pero nos era necesaria para entender muchas cosas de la vida de Pablo, el gran perseguido, aunque también el gran campeón de la libertad cristiana.




  • Preguntas o comentarios al autor
  • P. Pedro García Cmf 






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    martes, julio 22, 2008

     

    María, la hermana de Marta

    Fuente: Catholic.net
    Autor: P. Juan J. Ferrán



    María es la otra parte de la moneda. Dos hermanas santas, pero tan distintas. Ella, María, se inclina por la oración y la reflexión: para ella lo primero era oír al Maestro. Después vendría todo lo demás. Parece una postura cómoda y fácil, pero tal vez cueste más esta segunda postura que la de Marta y por ello Cristo la defiende cuando Marta la increpa, dirigiéndose a Jesús, como si buscara Marta que él confirmara su pensamiento.

    María, mujer de oración, de reflexión, de trascendencia nos ofrece la otra forma de vivir: la vida en profundidad, la vida de cara a la eternidad, la vida terrena en función de la vida de cara a Dios. Se pone a los pies de Jesús, como símbolo de un interés suyo por lo que considera verdaderamente importante. Y Jesús se lo reconoce: Elegió la mejor parte y nadie se la quitará. Es que quien vive de cara a esta verdad tiene al menos sobre la vida una visión que le conducirá a la paz y al gozo verdaderos.

    María es el símbolo de una parte de la humanidad que ha encontrado en la fe y en el sentido de la vida la respuesta a sus más profundos interrogantes y preocupaciones. Lo que nadie entiende con el pensamiento humano y racionalista, se ve de otra manera a la luz de la fe y de Dios. Así encuadra todo, incluso el dolor y el sufrimiento, a los que tanto tememos. En clave de fe las dificultades, las luchas, los trabajos se convierten en haces de luz que nos pueden guiar a la dicha en lugar de a la desesperación.

    María nos invita a acercarnos a Dios y a ver la vida a través de Él. Será todo tan distinto, tan diverso! Inspira tanta paz María a los pies de Cristo que Marta siente envidia. Cómo necesita hoy la humanidad esta paz, esta tranquilidad, este sentido de las cosas, esta escala de valores! El mundo sería distinto sin el hombre mirara al cielo. Las familias tendrían otra consistencia si se comprendiera lo que es realmente importante. Los que sufren darían al sufrimiento un valor de eternidad. Todos seríamos más felices, porque sabríamos para qué vivimos, cuál es en definitiva el fin del hombre sobre la tierra.



    Preguntas y comentarios al autor de este artículo







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    lunes, julio 21, 2008

     

    Celebración eucarística en el hipódromo de Randwick


    Celebración eucarística en el hipódromo de Randwick

    Fuente: www.vatican.va
    Autor: S.S. Benedicto XVI

    VIAJE APOSTÓLICO
    DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
    A SYDNEY (AUSTRALIA) CON OCASIÓN DE LA
    XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
    (13 - 21 DE JULIO DE 2008)

    CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
    PARA LA XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

    HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI


    Hipódromo de Randwick
    Domingo 20 de julio de 2008



    Queridos amigos

    «Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza» (Hch 1,8). Hemos visto cumplida esta promesa. En el día de Pentecostés, como hemos escuchado en la primera lectura, el Señor resucitado, sentado a la derecha del Padre, envió el Espíritu Santo a sus discípulos reunidos en el cenáculo. Por la fuerza de este Espíritu, Pedro y los Apóstoles fueron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra. En cada época y en cada lengua, la Iglesia continúa proclamando en todo el mundo las maravillas de Dios e invita a todas las naciones y pueblos a la fe, a la esperanza y a la vida nueva en Cristo.

    En estos días, también yo he venido, como Sucesor de san Pedro, a esta estupenda tierra de Australia. He venido a confirmaros en vuestra fe, jóvenes hermanas y hermanos míos, y a abrir vuestros corazones al poder del Espíritu de Cristo y a la riqueza de sus dones. Oro para que esta gran asamblea, que congrega a jóvenes de «todas las naciones de la tierra» (Hch 2,5), se transforme en un nuevo cenáculo. Que el fuego del amor de Dios descienda y llene vuestros corazones para uniros cada vez más al Señor y a su Iglesia y enviaros, como nueva generación de Apóstoles, a llevar a Cristo al mundo.

    «Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza». Estas palabras del Señor resucitado tienen un significado especial para los jóvenes que serán confirmados, sellados con el don del Espíritu Santo, durante esta Santa Misa. Pero estas palabras están dirigidas también a cada uno de nosotros, es decir, a todos los que han recibido el don del Espíritu de reconciliación y de la vida nueva en el Bautismo, que lo han acogido en sus corazones como su ayuda y guía en la Confirmación, y que crecen cotidianamente en sus dones de gracia mediante la Santa Eucaristía. En efecto el Espíritu Santo desciende nuevamente en cada Misa, invocado en la plegaria solemne de la Iglesia, no sólo para transformar nuestros dones del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre del Señor, sino también para transformar nuestras vidas, para hacer de nosotros, con su fuerza, «un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo».

    Pero, ¿qué es este «poder» del Espíritu Santo? Es el poder de la vida de Dios. Es el poder del mismo Espíritu que se cernía sobre las aguas en el alba de la creación y que, en la plenitud de los tiempos, levantó a Jesús de la muerte. Es el poder que nos conduce, a nosotros y a nuestro mundo, hacia la llegada del Reino de Dios. En el Evangelio de hoy, Jesús anuncia que ha comenzado una nueva era, en la cual el Espíritu Santo será derramado sobre toda la humanidad (cf. Lc 4,21). Él mismo, concebido por obra del Espíritu Santo y nacido de la Virgen María, vino entre nosotros para traernos este Espíritu. Como fuente de nuestra vida nueva en Cristo, el Espíritu Santo es también, de un modo muy verdadero, el alma de la Iglesia, el amor que nos une al Señor y entre nosotros y la luz que abre nuestros ojos para ver las maravillas de la gracia de Dios que nos rodean.

    Aquí en Australia, esta «gran tierra meridional del Espíritu Santo», todos nosotros hemos tenido una experiencia inolvidable de la presencia y del poder del Espíritu en la belleza de la naturaleza. Nuestros ojos se han abierto para ver el mundo que nos rodea como es verdaderamente: «colmado», como dice el poeta, «de la grandeza de Dios», repleto de la gloria de su amor creativo. También aquí, en esta gran asamblea de jóvenes cristianos provenientes de todo el mundo, hemos tenido una experiencia elocuente de la presencia y de la fuerza del Espíritu en la vida de la Iglesia. Hemos visto la Iglesia como es verdaderamente: Cuerpo de Cristo, comunidad viva de amor, en la que hay gente de toda raza, nación y lengua, de cualquier edad y lugar, en la unidad nacida de nuestra fe en el Señor resucitado.

    La fuerza del Espíritu Santo jamás cesa de llenar de vida a la Iglesia. A través de la gracia de los Sacramentos de la Iglesia, esta fuerza fluye también en nuestro interior, como un río subterráneo que nutre el espíritu y nos atrae cada vez más cerca de la fuente de nuestra verdadera vida, que es Cristo. San Ignacio de Antioquía, que murió mártir en Roma al comienzo del siglo segundo, nos ha dejado una descripción espléndida de la fuerza del Espíritu que habita en nosotros. Él ha hablado del Espíritu como de una fuente de agua viva que surge en su corazón y susurra: «Ven, ven al Padre» (cf. A los Romanos, 6,1-9).

    Sin embargo, esta fuerza, la gracia del Espíritu Santo, no es algo que podamos merecer o conquistar; podemos sólo recibirla como puro don. El amor de Dios puede derramar su fuerza sólo cuando le permitimos cambiarnos por dentro. Debemos permitirle penetrar en la dura costra de nuestra indiferencia, de nuestro cansancio espiritual, de nuestro ciego conformismo con el espíritu de nuestro tiempo. Sólo entonces podemos permitirle encender nuestra imaginación y modelar nuestros deseos más profundos. Por esto es tan importante la oración: la plegaria cotidiana, la privada en la quietud de nuestros corazones y ante el Santísimo Sacramento, y la oración litúrgica en el corazón de la Iglesia. Ésta es pura receptividad de la gracia de Dios, amor en acción, comunión con el Espíritu que habita en nosotros y nos lleva, por Jesús y en la Iglesia, a nuestro Padre celestial. En la potencia de su Espíritu, Jesús está siempre presente en nuestros corazones, esperando serenamente que nos dispongamos en el silencio junto a Él para sentir su voz, permanecer en su amor y recibir «la fuerza que proviene de lo alto», una fuerza que nos permite ser sal y luz para nuestro mundo.

    En su Ascensión, el Señor resucitado dijo a sus discípulos: «Seréis mis testigos… hasta los confines del mundo» (Hch 1,8). Aquí, en Australia, damos gracias al Señor por el don de la fe, que ha llegado hasta nosotros como un tesoro transmitido de generación en generación en la comunión de la Iglesia. Aquí, en Oceanía, damos gracias de un modo especial a todos aquellos misioneros, sacerdotes y religiosos comprometidos, padres y abuelos cristianos, maestros y catequistas, que han edificado la Iglesia en estas tierras. Testigos como la Beata Mary Mackillop, San Peter Chanel, el Beato Peter To Rot y muchos otros. La fuerza del Espíritu, manifestada en sus vidas, está todavía activa en las iniciativas beneficiosas que han dejado en la sociedad que han plasmado y que ahora se os confía a vosotros.

    Queridos jóvenes, permitidme que os haga una pregunta. ¿Qué dejaréis vosotros a la próxima generación? ¿Estáis construyendo vuestras vidas sobre bases sólidas? ¿Estáis construyendo algo que durará? ¿Estáis viviendo vuestras vidas de modo que dejéis espacio al Espíritu en un mundo que quiere olvidar a Dios, rechazarlo incluso en nombre de un falso concepto de libertad? ¿Cómo estáis usando los dones que se os han dado, la «fuerza» que el Espíritu Santo está ahora dispuesto a derramar sobre vosotros? ¿Qué herencia dejaréis a los jóvenes que os sucederán? ¿Qué os distinguirá?

    La fuerza del Espíritu Santo no sólo nos ilumina y nos consuela. Nos encamina hacia el futuro, hacia la venida del Reino de Dios. ¡Qué visión magnífica de una humanidad redimida y renovada descubrimos en la nueva era prometida por el Evangelio de hoy! San Lucas nos dice que Jesucristo es el cumplimiento de todas las promesas de Dios, el Mesías que posee en plenitud el Espíritu Santo para comunicarlo a la humanidad entera. La efusión del Espíritu de Cristo sobre la humanidad es prenda de esperanza y de liberación contra todo aquello que nos empobrece. Dicha efusión ofrece de nuevo la vista al ciego, libera a los oprimidos y genera unidad en y con la diversidad (cf. Lc 4,18-19; Is 61,1-2). Esta fuerza puede crear un mundo nuevo: puede «renovar la faz de la tierra» (cf. Sal 104,30).

    Fortalecida por el Espíritu y provista de una rica visión de fe, una nueva generación de cristianos está invitada a contribuir a la edificación de un mundo en el que la vida sea acogida, respetada y cuidada amorosamente, no rechazada o temida como una amenaza y por ello destruida. Una nueva era en la que el amor no sea ambicioso ni egoísta, sino puro, fiel y sinceramente libre, abierto a los otros, respetuoso de su dignidad, un amor que promueva su bien e irradie gozo y belleza. Una nueva era en la cual la esperanza nos libere de la superficialidad, de la apatía y el egoísmo que degrada nuestras almas y envenena las relaciones humanas. Queridos jóvenes amigos, el Señor os está pidiendo ser profetas de esta nueva era, mensajeros de su amor, capaces de atraer a la gente hacia el Padre y de construir un futuro de esperanza para toda la humanidad.

    El mundo tiene necesidad de esta renovación. En muchas de nuestras sociedades, junto a la prosperidad material, se está expandiendo el desierto espiritual: un vacío interior, un miedo indefinible, un larvado sentido de desesperación. ¿Cuántos de nuestros semejantes han cavado aljibes agrietados y vacíos (cf. Jr 2,13) en una búsqueda desesperada de significado, de ese significado último que sólo puede ofrecer el amor? Éste es el don grande y liberador que el Evangelio lleva consigo: él revela nuestra dignidad de hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. Revela la llamada sublime de la humanidad, que es la de encontrar la propia plenitud en el amor. Él revela la verdad sobre el hombre, la verdad sobre la vida.

    También la Iglesia tiene necesidad de renovación. Tiene necesidad de vuestra fe, vuestro idealismo y vuestra generosidad, para poder ser siempre joven en el Espíritu (cf. Lumen gentium, 4). En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos recuerda que cada cristiano ha recibido un don que debe ser usado para edificar el Cuerpo de Cristo. La Iglesia tiene especialmente necesidad del don de los jóvenes, de todos los jóvenes. Tiene necesidad de crecer en la fuerza del Espíritu que también ahora os infunde gozo a vosotros, jóvenes, y os anima a servir al Señor con alegría. Abrid vuestro corazón a esta fuerza. Dirijo esta invitación de modo especial a los que el Señor llama a la vida sacerdotal y consagrada. No tengáis miedo de decir vuestro «sí» a Jesús, de encontrar vuestra alegría en hacer su voluntad, entregándoos completamente para llegar a la santidad y haciendo uso de vuestros talentos al servicio de los otros.

    Dentro de poco celebraremos el sacramento de la Confirmación. El Espíritu Santo descenderá sobre los candidatos; ellos serán «sellados» con el don del Espíritu y enviados para ser testigos de Cristo. ¿Qué significa recibir la «sello» del Espíritu Santo? Significa ser marcados indeleblemente, inalterablemente cambiados, significa ser nuevas criaturas. Para los que han recibido este don, ya nada puede ser lo mismo. Estar «bautizados» en el Espíritu significa estar enardecidos por el amor de Dios. Haber «bebido» del Espíritu (cf. 1 Co 12,13) significa haber sido refrescados por la belleza del designio de Dios para nosotros y para el mundo, y llegar a ser nosotros mismos una fuente de frescor para los otros. Ser «sellados con el Espíritu» significa además no tener miedo de defender a Cristo, dejando que la verdad del Evangelio impregne nuestro modo de ver, pensar y actuar, mientras trabajamos por el triunfo de la civilización del amor.

    Al elevar nuestra oración por los confirmandos, pedimos también que la fuerza del Espíritu Santo reavive la gracia de la Confirmación de cada uno de nosotros. Que el Espíritu derrame sus dones abundantemente sobre todos los presentes, sobre la ciudad de Sydney, sobre esta tierra de Australia y sobre todas sus gentes. Que cada uno de nosotros sea renovado en el espíritu de sabiduría e inteligencia, el espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y piedad, espíritu de admiración y santo temor de Dios.

    Que por la amorosa intercesión de María, Madre de la Iglesia, esta XXIII Jornada Mundial de la Juventud sea vivida como un nuevo cenáculo, de forma que todos nosotros, enardecidos con el fuego del amor del Espíritu Santo, continuemos proclamando al Señor resucitado y atrayendo a cada corazón hacia Él. Amén.


    Toda la información acerca de la JMJ Sydney 2008


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    Hasta Madrid 2011

    Fuente: www.vatican.va
    Autor: S.S. Benedicto XVI

    VIAJE APOSTÓLICO
    DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI
    A SYDNEY (AUSTRALIA) CON OCASIÓN DE LA
    XXIII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD
    (13 - 21 DE JULIO DE 2008)

    BENEDICTO XVI

    ÁNGELUS


    Hipódromo de Randwick
    Domingo 20 de julio de 2008



    Queridos jóvenes amigos

    Nos disponemos ahora a recitar juntos la hermosa oración del Angelus. En ella reflexionaremos sobre María, mujer joven que conversa con el ángel, que la invita, en nombre de Dios, a una particular entrega de sí misma, de su vida, de su futuro como mujer y madre. Podemos imaginar cómo debió sentirse María en aquel momento: totalmente estremecida, completamente abrumada por la perspectiva que se le ponía delante.

    El ángel comprendió su ansiedad e inmediatamente intentó calmarla: «No temas, María… El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra» (Lc 1,30.35). El Espíritu fue quien le dio la fuerza y el valor para responder a la llamada del Señor. El Espíritu fue quien la ayudó a comprender el gran misterio que iba a cumplirse por medio de Ella. El Espíritu fue el que la rodeó con su amor y la hizo capaz de concebir en su seno al Hijo de Dios.

    Esta escena es quizás el momento culminante de la historia de la relación de Dios con su pueblo. En el Antiguo Testamento, Dios se reveló de modo parcial y gradual, como hacemos todos en nuestras relaciones personales. Se necesitó tiempo para que el pueblo elegido profundizase en su relación con Dios. La Alianza con Israel fue como un tiempo de hacer la corte, un largo noviazgo. Luego llegó el momento definitivo, el momento del matrimonio, la realización de una nueva y eterna alianza. En ese momento María, ante el Señor, representaba a toda la humanidad. En el mensaje del ángel, era Dios el que brindaba una propuesta de matrimonio con la humanidad. Y en nombre nuestro, María dijo sí.

    En los cuentos, los relatos terminan en este momento: «y desde entonces vivieron felices y contentos». En la vida real no es tan fácil. Fueron muchas las dificultades que María tuvo que superar al afrontar las consecuencias de aquel «sí» al Señor. Simeón profetizó que una espada le traspasaría el corazón. Cuando Jesús tenía doce años, Ella experimentó las peores pesadillas que los padres pueden tener, cuando tuvo a su hijo perdido durante tres días. Y después de su actividad pública, sufrió la agonía de presenciar su crucifixión y muerte. En las diversas pruebas Ella permaneció fiel a su promesa, sostenida por el Espíritu de fortaleza. Y por ello tuvo como recompensa la gloria.

    Queridos jóvenes, también nosotros debemos permanecer fieles al «sí» con que acogimos el ofrecimiento de amistad por parte del Señor. Sabemos que Él nunca nos abandonará. Sabemos que Él nos sostendrá siempre con los dones del Espíritu. María acogió la propuesta del Señor en nombre nuestro. Dirijámonos, pues, a Ella y pidámosle que nos guíe en las dificultades para permanecer fieles a esa relación vital que Dios estableció con cada uno de nosotros. María es nuestro ejemplo y nuestra inspiración; Ella intercede por nosotros ante su Hijo, y con amor materno nos protege de los peligros.


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    Después del Ángelus
    Queridos amigos

    Llega ahora el momento de deciros adiós o, más bien, hasta la vista. Os doy las gracias a todos por haber participado en la Jornada Mundial de la Juventud 2008, aquí en Sidney, y espero que nos volvamos a ver dentro de tres años. La Jornada Mundial de la Juventud 2011 tendrá lugar en Madrid, en España. Hasta ese momento, recemos los unos por los otros, y demos ante el mundo un alegre testimonio de Cristo. Que Dios os bendiga.


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