jueves, noviembre 22, 2007

 

El Evangelio del Día: “Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró”



Jueves 22 Noviembre 2007
Santa Cecilia, Santa Cecilia II



Leer el comentario del Evangelio por
Orígenes : "Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró"

Lecturas

1 Macabeos 2,15-29.
Entre tanto, los delegados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron a la ciudad de Modín, para exigir que se ofrecieran los sacrificios.
Se presentaron muchos israelitas, pero Matatías y sus hijos se agruparon aparte.
Entonces los enviados del rey fueron a decirle: "Tú eres un jefe ilustre y gozas de autoridad en esta ciudad, respaldado por hijos y hermanos. Sé el primero en acercarte a ejecutar la orden del rey, como lo han hecho todas las naciones, y también los hombres de Judá y los que han quedado en Jerusalén. Así tu y tus hijos, serán contados entre los Amigos del rey y gratificados con plata, oro y numerosos regalos". Matatías respondió en alta voz: "Aunque todas las naciones que están bajo el dominio del rey obedezcan y abandonen el culto de sus antepasados para someterse a sus órdenes, yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos fieles a la Alianza de nuestros padres.
El Cielo nos libre de abandonar la Ley y los preceptos.
Nosotros no acataremos las órdenes del rey desviándonos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda".
Cuando acabó de pronunciar estas palabras un judío se adelantó a la vista de todos para ofrecer un sacrificio sobre el altar de Modín, conforme al decreto del rey.
Al ver esto, Matatías se enardeció de celo y se estremecieron sus entrañas; y dejándose llevar por una justa indignación, se abalanzó y lo degolló sobre el altar.
Ahí mismo mató al delegado real que obligaba a ofrecer los sacrificios y destruyó el altar.
Así manifestó su celo por la Ley, como lo había hecho Pinjás con Zimrí, hijo de Salú.
Luego comenzó a gritar por la ciudad con todas sus fuerzas: "Todo el que sienta celo por la Ley y quiera mantenerse fiel a la Alianza, que me siga".
Y abandonando todo lo que poseían en la ciudad, él y sus hijos huyeron a las montañas.
Entonces muchos judíos, amantes de la justicia y el derecho, se retiraron al desierto para establecerse allí


Salmo 50(49),1-2.5-6.14-15.
Salmo de Asaf. El Dios de los dioses, el Señor, habla para convocar a la tierra desde la salida del sol hasta el ocaso.
El Señor resplandece desde Sión, que es el dechado de toda hermosura: "Reúnanme a mis amigos, a los que sellaron mi alianza con un sacrificio".
¡Que el cielo proclame su justicia, porque el Señor es el único Juez!
Ofrece al Señor un sacrificio de alabanza y cumple tus votos al Altísimo;
invócame en los momentos de peligro: yo te libraré, y tú me glorificarás".


Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".


Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por

Orígenes (hacia 185-253), presbítero y teólogo
Homilía 38 sobre Lucas; PG 13,1896-1898

"Al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, lloró"

Cuando nuestro Señor y Salvador estuvo cerca de Jerusalén, al ver la ciudad, le dijo llorando: "¡Ah, si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no, esto está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras"… Quizás alguien dirá: "Está claro el sentido de estas palabras; de hecho se han realizado respecto a Jerusalén; la armada romana la sitió y devastó hasta exterminarla, y vendrá el tiempo en que no va a quedar de ella piedra sobre piedra." No lo niego, Jerusalén fue destruida a causa de su ceguera, pero me pregunto: este llanto ¿no se refería a nuestra Jerusalén, a
nosotros? Porque somos nosotros la Jerusalén sobre la cual Jesús lloró, nosotros que pensamos tener una mirada tan penetrante. Si después de haber sido instruido sobre los misterios de la verdad, después de haber recibido la palabra del Evangelio y la enseñanza de la Iglesia… uno de nosotros peca, provocará lamentaciones y llantos, porque nadie llora por ningún pagano, sino por aquel que después de formar parte de Jerusalén, deja de serlo. Se derraman lágrimas sobre nuestra Jerusalén porque a causa de nuestros pecados "los enemigos la rodean", es decir, las fuerzas adversas,
los malos espíritus. Levantarán trincheras alrededor de ella; la sitiarán, y "no dejarán piedra sobre piedra". Es lo que ocurre después de una larga continencia y bastantes años de castidad, un hombre sucumbe, vencido por la seducción de la carne… Ahí tienes, pues, la Jerusalén sobre la cual Jesús lloró.






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