viernes, diciembre 14, 2007
El Evangelio del Día: Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro cor
viernes 14 Diciembre 2007
San Juan de la Cruz, San Nimattullah
Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín : Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro corazón.
Lecturas
Isaías 48,17-19.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu
Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que
debes seguir.
¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un
río y tu justicia, como las olas del mar!
Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de
tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi
presencia. Invitación a salir de Babilonia
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en
el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su
debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá
bien.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento.
porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los
malvados termina mal.
Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos
que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la
cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un
borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado
justificada por sus obras".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-hacia 420), obispo
Sermón CO 61a; PL 57, 233
Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro corazón.
Hermanos, aunque yo no os hable de ello, el tiempo nos basta para
darnos cuenta de que esta cerca el aniversario de la Natividad de Cristo,
nuestro Señor. La misma creación expresa la inminencia de un acontecimiento
en que todo quede restablecido de la mejor manera. También ella desea con
impaciencia ver como se iluminan sus tinieblas con el resplandor de un sol
más brillante que el sol ordinario. Esta espera de la creación a que se
renueve su ciclo anual nos invita a esperar el nacimiento del nuevo sol,
que es Cristo, que ilumina las tinieblas de nuestros pecados. El sol de
justicia ( Ml 3,20), que aparecerá con toda su fuerza, disipará la
oscuridad de nuestros pecados que ha durado tanto tiempo. Él no soporta que
el curso de nuestra vida se vea ahogado por las tinieblas de la existencia;
quiere dilatarla con su poder. Así que, de la misma manera que en estos
días de solsticio, la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos
también nuestra justicia. De la misma manera que la claridad de este día es
un bien común a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a
los viajeros como a los pobres. El mundo, en este tiempo restringe la
duración de las tinieblas; y nosotros acortemos las sombras de nuestra
avaricia… Que se funda todo hielo en nuestros corazones; que crezca la
semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador. Hermanos,
preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con
vestidos resplandecientes de blancura. Hablo de los que visten el alma, no
el cuerpo. El vestido que cubre nuestro cuerpo es una túnica sin
importancia. Pero el cuerpo es un objeto precioso que reviste al alma. El
primer vestido está tejido por manos humanas; el segundo es obra de las
manos de Dios. Por eso es necesario velar con una solicitud muy grande para
preservar de toda mancha la obra de Dios… Antes de la Natividad del Señor,
purifiquemos nuestra conciencia de toda suciedad. Presentémonos, no
revestidos de seda, sino con obras de valor… Comencemos, pues, por adornar
nuestro santuario interior.
San Juan de la Cruz, San Nimattullah
Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín : Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro corazón.
Lecturas
Isaías 48,17-19.
Así habla el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: Yo soy el Señor, tu
Dios, el que te instruye para tu provecho, el que te guía por el camino que
debes seguir.
¡Si tú hubieras atendido a mis mandamientos, tu prosperidad sería como un
río y tu justicia, como las olas del mar!
Como la arena sería tu descendencia, como los granos de arena, el fruto de
tus entrañas; tu nombre no habría sido extirpado ni borrado de mi
presencia. Invitación a salir de Babilonia
Salmo 1,1-2.3.4.6.
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en
el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche!
El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su
debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá
bien.
No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento.
porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los
malvados termina mal.
Mateo 11,16-19.
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos
que, sentados en la plaza, gritan a los otros:
'¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres,
y no lloraron!'.
Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: '¡Ha perdido la
cabeza!'.
Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: 'Es un glotón y un
borracho, amigo de publicanos y pecadores'. Pero la Sabiduría ha quedado
justificada por sus obras".
Extraído de la Biblia, Libro del Pueblo de Dios.
Leer el comentario del Evangelio por
San Máximo de Turín (?-hacia 420), obispo
Sermón CO 61a; PL 57, 233
Responder a las llamadas de Dios a convertirnos desde el fondo de nuestro corazón.
Hermanos, aunque yo no os hable de ello, el tiempo nos basta para
darnos cuenta de que esta cerca el aniversario de la Natividad de Cristo,
nuestro Señor. La misma creación expresa la inminencia de un acontecimiento
en que todo quede restablecido de la mejor manera. También ella desea con
impaciencia ver como se iluminan sus tinieblas con el resplandor de un sol
más brillante que el sol ordinario. Esta espera de la creación a que se
renueve su ciclo anual nos invita a esperar el nacimiento del nuevo sol,
que es Cristo, que ilumina las tinieblas de nuestros pecados. El sol de
justicia ( Ml 3,20), que aparecerá con toda su fuerza, disipará la
oscuridad de nuestros pecados que ha durado tanto tiempo. Él no soporta que
el curso de nuestra vida se vea ahogado por las tinieblas de la existencia;
quiere dilatarla con su poder. Así que, de la misma manera que en estos
días de solsticio, la creación difunde más ampliamente su luz, despleguemos
también nuestra justicia. De la misma manera que la claridad de este día es
un bien común a pobres y ricos, que nuestra generosidad se extienda tanto a
los viajeros como a los pobres. El mundo, en este tiempo restringe la
duración de las tinieblas; y nosotros acortemos las sombras de nuestra
avaricia… Que se funda todo hielo en nuestros corazones; que crezca la
semilla de la justicia, calentada por los rayos del Salvador. Hermanos,
preparémonos, pues, a acoger el día del nacimiento del Señor adornados con
vestidos resplandecientes de blancura. Hablo de los que visten el alma, no
el cuerpo. El vestido que cubre nuestro cuerpo es una túnica sin
importancia. Pero el cuerpo es un objeto precioso que reviste al alma. El
primer vestido está tejido por manos humanas; el segundo es obra de las
manos de Dios. Por eso es necesario velar con una solicitud muy grande para
preservar de toda mancha la obra de Dios… Antes de la Natividad del Señor,
purifiquemos nuestra conciencia de toda suciedad. Presentémonos, no
revestidos de seda, sino con obras de valor… Comencemos, pues, por adornar
nuestro santuario interior.
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