martes, marzo 04, 2008
Modos de realizar la vocación laical
a) Soltería
Asumida como opción de vida cristiana, es signo de la libertad de Jesús, dispuesto siempre para la misión, y representa un cauce estupendo para una multitud de servicios en medio del mundo.
La soltería es un estado de vida que lleva también a la plena realización humana, libre de los falsos juicios y pensamientos del mundo, permite a la persona encontrar una plena satisfacción, en el amor y la entrega a los demás, a la propia familia y a la sana realización de los deberes del mundo.
Lejos de menoscabar la plenitud de la persona la realiza, y le permite llegar a la madurez. La libertad que confiere este estado de vida permite una riqueza abundante en el apostolado seglar en los diversos ámbitos del mundo, permitiendo un pleno desarrollo de las capacidades personales y una gran apertura en la donación hacia los demás.
b) Matrimonio
El matrimonio y la familia en el proyecto original de Dios son instituciones de origen divino y no productos de la voluntad humana. Cuando el Señor dice "al comienzo no fue así" (Mt 19,8), se refiere a la verdad sobre el matrimonio, que, según el plan de Dios, excluye el divorcio.
El hombre y la mujer, siendo imagen y semejanza de Dios que es Amor, son llamados a vivir en el matrimonio el misterio de la comunión y relación trinitaria. "Dios inscribe en la humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y la responsabilidad del amor y de la comunión". Hombre y mujer son llamados al amor en la totalidad de su cuerpo y espíritu.
Jesucristo es la Nueva Alianza, en El, el matrimonio adquiere su verdadera dimensión. Por su Encamación y por su vida en familia por María y José en el hogar de Nazareth se constituye un modelo de toda familia. El amor de los esposos por Cristo llega a ser como el de El: total, exclusivo, fiel y fecundo. A partir de Cristo y por su voluntad, proclamada por el Apóstol, el matrimonio no sólo vuelve a la perfección primera sino que se enriquece con nuevos contenidos (Ef 5,25-53). El matrimonio cristiano es un sacramento en el que el amor humano es santificante y comunica la vida divina por la obra de Cristo; un sacramento en el que los esposos significan y realizan el amor de Cristo y de su Iglesia, amor que pasa por el camino de la cruz, de las limitaciones, del perdón y de los defectos para llegar al gozo de la resurrección. Es necesario tener presente que "entre bautizados, no puede haber contrato matrimonial válido, que no sea por ese mismo sacramento".
En el plan de Dios Creador y Redentor la familia descubre no sólo su identidad sino también su misión: custodiar, revelar y comunicar el amor y la vida, a través de cuatro cometidos fundamentales:
1) La misión de la familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas que se caracteriza por la unidad y la indisolubilidad. La familia es el lugar privilegiado para la realización personal junto con los seres amados.
2) Ser "como el santuario de la vida", servidora de la vida, ya que el derecho a la vida es la base de todos los derechos humanos. Este servicio no se reduce a la sola procreación, sino que es ayuda eficaz para transmitir y educar en valores auténticamente humanos y cristianos,
3) Ser "célula primera y vital de la sociedad". Por su naturaleza y vocación la familia debe ser promotora del desarrollo, protagonista de una auténtica política familiar.
4) Ser "Iglesia doméstica" que acoge, vive, celebra y anuncia la Palabra de Dios, es santuario donde se edifica la santidad y desde donde la Iglesia y el mundo pueden ser santificados.
No obstante las graves crisis de familia, constatamos que muchas familias Latinoamericanas y del Caribe se esfuerzan y viven llenas de esperanza y con fidelidad el proyecto de Dios Creador y Redentor, la fidelidad, la apertura a la vida, la educación cristiana de los hijos y el compromiso con la Iglesia y el mundo.
El estado matrimonial se convierte en signo del amor incondicional de Cristo por su Iglesia, de la permanencia y de calidad de este amor; tiene la amplia función de procurar la santificación de los cónyuges y de ejercer la paternidad fundando una verdadera Iglesia doméstica.
c) Viudez
La viudez "continuidad de la vocación conyugal" tiene una profunda significación como testimonio (de la fe, como una búsqueda esforzada de la santidad personal y ejerce la función a ejemplo de la Virgen María, de una amplia maternidad espiritual.
d) Institutos Seculares
Los institutos seculares, tanto clericales como laicales, no constituyen una vocación diversa. Muestran con toda claridad el sentido de la vocación de los laicos o de los ministros ordenados en su referencia a las realidades temporales; por la dedicación exclusiva de sus miembros a la construcción del Reino de Dios en la secularidad, se convierten en signo de la solicitud del Señor por todos los hombres en las diversas circunstancias de sus vidas.
Los Institutos Seculares:
- Nacieron en Roma el 2 de febrero de 1947 con el documento "Provida Mater Eclessia" del Papa Pío XII.
- Un Instituto Secular es un instituto de vida consagrada en el cual los fieles, viviendo en el mundo, aspiran a la perfección de la caridad y se dedican a promover la santificación del mundo sobre todo desde dentro de él.
- Los miembros de los institutos seculares se consagran a Dios por medio de los votos de Pobreza, Castidad y Obediencia; viven las circunstancias ordinarias del mundo, ya solos, ya con su propia familia, ya en grupos de vida fraterna, de acuerdo con las constituciones del instituto al cual pertenecen.
MINISTERIOS LAICALES
a) Los varones laicos que tengan la edad y condiciones determinadas por decreto de la Conferencia Episcopal, pueden ser llamados para el ministerio estable de lector y acólito, mediante el rito litúrgico prescrito; sin embargo, la colación de esos ministerios no les da derecho a ser sustentados o remunerados por la Iglesia.
b) Por encargo temporal, los laicos pueden desempeñar la función de lector en las ceremonias litúrgicas; asimismo, todos los laicos pueden desempeñar las funciones de comentador, cantor y otras, a tenor de la norma del derecho.
c) Donde lo aconseje la necesidad de la Iglesia y no haya ministros, pueden también los laicos- aunque no sean lectores ni acólitos- suplirles en algunas de sus funciones, es decir, ejercitar el ministerio de la palabra, presidir las oraciones litúrgicas, administrar el bautismo y dar la sagrada Comunión, según las prescripciones del derecho.
PROFESIONES Y OFICIOS
Una profesión u oficio no se opone a una vocación especifica, uno la enriquece porque es una forma concreta de servir a la comunidad.
Las profesiones y oficios marcan las diversas vocaciones con una disposición especial para ejercer servicios cualificados, y por ello tienen una función importante en la linea del servicio liberador, que pertenece a la misma misión de la Iglesia.
Consultorios en línea. Dudas personales, asesoría doctrinal y espiritual, vocacional, problemas familiares...
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